La prensa del siglo XX

CIUDAD REAL DEL SIGLO XX

LA PRENSA EN EL SIGLO XX

Los dos periódicos que definen la prensa de Ciudad Real en el primer tercio de siglo son El Pueblo Manchego y Vida Manchega. El primero será el de mayor difusión provincial. Diario de carácter confesional, había aparecido su primer número el 1 de febrero de 1911. Había nacido como iniciativa de la sociedad anónima «El Progreso Manchego» y propiamente su fundador fue don Javier Irastorza Loinaz, secretario del obispo y que desde 1915 sería sexto Obispo-Prior. Su vinculación a la jerarquía católica quedaba de manifiesto desde su fundación. «La misma sumisión filial a la Iglesia, igual culto entusiasta al sentimiento de Patria, idéntica adhesión ferviente a la Monarquía, que definieron al ver la luz nuestra publicación, caracterizan hoy la médula de este periódico», se escribiría en unos de sus primeros números. De «tornavoz de los elementos conservadores de la capital» se le define en una nota sobre la prensa en 1914. Sólo tenía cuatro páginas y se subtitulaba «Diario de Información». En agosto de 1915 pasó a ser propiedad de los hermanos Demetrio y Ricardo Ayala que, en 1920, lo traspasaron al presbítero don Miguel Ruiz que luego sería conocido popularmente como «el cura del Pueblo Manchego».

En marzo de 1924 y sobre la base de la antigua imprenta de Rubisco se fundaba la Editorial Calatrava. Sus copropietarios eran Mariano Fernández de Tejerina y Arsenio Martínez de Campos, hijo del duque de la Torre, que había sido diputado por el distrito de Daimiel. Desde el mes de abril la Editorial se encarga de la publicación de El Pueblo Manchego, cuya maquinaria v medios de impresión fueron modernizados.

Entrada la II República, cambiaría de titulares. El 30 de julio de 1932, mediante contrato privado, pasaba la propiedad tanto de la empresa editorial como del diario a José María Gil Robles, el líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas (C.E.D.A.). El nuevo director del periódico sería Manuel Noblejas y su redactor jefe Cecilio López Pastor. Incautado por el Frente Popular en julio de 1936, se publicaría sólo un año más, bajo la dirección del socialista Francisco Colas.

Vida Manchega se publicó como revista desde 1912 a 1919 y como diario desde esa fecha hasta 1932, en que dejó de editarse «por razones económicas», reapareciendo como periódico quincenal en 1935. Durante su época de diario, aparecía en edición vespertina, como «Periódico Independiente». También constaba de cuatro páginas. Se imprimía en los talleres gráficos de Enrique Pérez, en el número 4 de la calle de Caballeros. Como periódico «avanzado y progresista» lo define María Jesús Moreno, basándose en que «dinfundía a través de sus secciones un afán de renovación social y elevación cultural».

Junto a estas dos publicaciones hay que recordar al que se le tuvo como el decano de la prensa de Ciudad Real, El Labriego, fundado en 1877 por don Francisco Rivas Moreno, un publicista y escritor nacido en Miguelturra. Luego fue su propietario y director don Ceferino Sauco Díez, también escritor y periodista, que había sido alcalde de Ciudad Real y posteriormente gobernador de varias provincias españolas (Gerona, Zamora, Santander, Jaén y Tarragona). Y La Tribuna, aparecida en 1887, como órgano del Partido Liberal en Ciudad Real, que bien pronto «gozaría de crédito consolidado por sus campañas en pro de la población y de los ideales democráticos». Entrado el siglo XX fue durante varios años órgano del sector gassetista del Partido Liberal, precisamente en el período en que don Rafael Gasset fue diputado por el distrito de Ciudad Real. Hubo también un periódico, de escasa circulación y vida irregular, El Heraldo de La Mancha, aparecido en 1904. Llevaba como subtítulo el de «periódico independiente», que cambió en 1909 por el de «periódico libera». Se imprimía en los talleres de Enrique Pérez como semanario, pero muy pronto no apareció más que quincenalmente.

En cualquier caso, en estos primeros años del siglo resultaba difícil mantener una prensa diaria en Ciudad Real, pues como escribía Rafael Abellán, «el esfuerzo que representa la labor diaria en Ciudad Real es digno de loa, porque la vida se desliza con tranquilidad paradisiaca y nada ocurre que merezca los honores de la publicación. Sin embargo, con asiduo trabajo se confeccionan los periódicos».

Aunque no conocemos con exactitud la tirada de estos periódicos, los datos más aproximados de que se dispone, según la Estadística de la prensa periódica en España, arrojan cifras de tirada muy modestas, si bien comparativamente más altas en términos relativos a las que hoy tiene la prensa periódica en nuestra provincia. En 1913, La Tribuna, que era el de mayor tirada, posiblemente por el apoyo de Gasset, publicaba 2.500 ejemplares; le seguía El Pueblo Manchego, con 1.800, y Vida Manchega, con 1.500. En 1920, La Tribuna había bajado a 1.500, cuando ya Gasset no era diputado por Ciudad Real; Vida Manchega, ya con carácter quincenal, tiraba 2.000 ejemplares y El Pueblo Manchego, 1.500.

No es posible cerrar este apartado de la prensa durante la Restauración sin olvidar una publicación de carácter periódico, semanal, que era la de mayor tirada y que tenía una gran difusión, un alto número de lectores y, por ende, creaba opinión, especialmente en el elevado porcentaje de la población católica practicante. Nos referimos a Templo y Hogar, fundado en 1915 por el obispo don Javier Irastorza, como suplemento de difusión popular del Boletín Oficial del Obispado. Con cuatro páginas y una tirada de 7.000 ejemplares, junto a la información propiamente eclesial y al comentario de las lecturas litúrgicas de la semana, contenía noticias, avisos, consejos y narraciones -sus «cuentos» tenían gran número de lectores- que incidían en los criterios de comportamiento público de un sector importante de la población.

La prensa de guerra

Los años de la guerra civil multiplicaron las publicaciones periódicas en un afán de utilizar la propaganda como eficaz arma en la lucha. En Ciudad Real aparecieron, junto a los ya citados, otros periódicos de muy desiguales características de tirada y duración, más bien dirigidos a los combatientes, como Avance, cuyo primer número salía el 1 de marzo de 1937 como diario de unificación marxista. Se imprimía también en la Editorial Calatrava. Desde julio de 1938 fue también órgano de expresión de UGT. Otro periódico de corta vida aparecido en 1937 fue Konsomol, editado por las juventudes Socialistas Unificadas. El 1 de enero de 1938 salía a la calle el semanario Unión que se presentaba como «órgano de enlace de todas las fuerzas del pueblo antifascista». Incluso hubo un periódico del que sólo apareció el primer número, el 18 de julio de 1938, titulado Partido Unico.

La prensa del movimiento

Terminada la guerra civil y desaparecidos tanto El Pueblo Manchego como Vida Manchega, Ciudad Real siguió sin prensa propia hasta 1943. Era el diario El Alcázar quien suplía esta ausencia, tirando una edición especial para Ciudad Real e incluso estableciendo una redacción en la propia capital manchega,instalada en los locales de la Editorial Calatrava, los mismos donde se tiraba años atrás El Pueblo Manchego. De ahí que no hubiese urgencia en crear un periódico propio y, sobre todo, que El Alcázar fuese el primero en no favorecer tal creación que iba a suponer, como ocurrió, la desaparición de su edición especial para Ciudad Real.

Fue trabajoso y lento establecer los cauces políticos y económicos para la creación de un periódico. Al fin se lograron fórmulas híbridas que le darían un peculiar estatus jurídico al que se pretendía crear. El nuevo periódico aparecería editado por el Consejo Provincial de Ordenación Económica y Social, órgano de la Delegación Provincial de Sindicatos. Como explicaba su segundo director y el que más tiempo fue su responsable, Carlos María San Martín, el nuevo periódico «no era de iure pero sí de facto un periódico de la jefatura Provincial de F.E.T. y de las J.O.N.S., si bien por la vía indirecta de pertenecer a un órgano consultivo de la Delegación de Sindicatos». Así iba a nacer el período Lanza, cuyo primer número salía a la calle la tarde del 20 de mayo de 1943 en los talleres de la Editorial Calatrava, con los que había establecido un contrato al carecer durante muchos años de talleres propios. Aparecía el nuevo periódico con el subtítulo de «Diario Gráfico de la Tarde», al precio de 25 céntimos. Fundado y dirigido hasta su muerte por José Gutiérrez Ortega que, a la sazón, era también jefe Provincial de F.E.T. y de las J.O.N.S., figuraban en su redacción Carlos María San Martín Kasama, como subdirector, y Cecilio López Pastor, como redactor jefe.

En enero de 1951, el gobernador civil Jacobo Roldán Losada, en escrito al presidente de la Diputación, se mostraba preocupado «por la anómala situación jurídica del periódico Lanza», ofreciéndole como solución que su propiedad pasase a la Diputación Provincial, sugerencia que, como era de esperar en la época, era aceptada por la Corporación Provincial el 27 de febrero. A partir de ese momento, la Diputación editará Lanza, si bien «conservando las directrices políticas del mismo la jefatura Provincial del Movimiento», Así la dependencia oficial de Lanza, que se ha mantenido incluso tras la transición democrática, ha sido y sigue siendo su nota más definidora.

A partir de 1963 comienza a tener sede propia, en el número 5 de la actual calle de la Libertad, llamada por entonces Comandante López Guerrero. En esa misma década se introduce también un importante cambio: a partir del 1 de diciembre de 1965 saldrá a la calle como «Diario de la Mañana». Ese mismo año y manteniendo la referida dependencia de la Diputación, se busca un renovado marco jurídico creándose la «Fundación Periódico Lanza», bajo el patrocinio de la Diputación Provincial y dotándoseles de nuevos estatutos. Durante casi medio siglo -que lo cumple en 1993- Lanza ha sido testigo e informador de la vida de Ciudad Real y de su provincia, con todos los condicionantes que un órgano periodístico financiado con dinero público y ligado a instituciones oficiales tiene en cuanto a recortes de libertad informativa o en cuanto a dependencia de la información. Como escribía Carlos María San Martín, durante el franquismo, «era libre la crítica municipal, la de deportes, la de espectáculos y otras materias similares. El problema estaba en la crítica política y en la confusión que, intencionadamente, hacían, más que la Administración los representantes de ésta, entre lo político y lo administrativo», para concluir: «El problema siempre ha estado en que el periódico, de un modo o de otro, más o menos indirectamente, ha tenido una ligazón, aunque sólo fuese de cordón umbilical, con el mundo de la política provincial.»