Puerta de Toledo, murallas y Torreón del Alcazar. Ciudad Real

Introducción

Inicialmente, en la actual ubicación de la ciudad, se encontraba un pequeño pueblo denominado Pozo (o Pozuelo) Seco de Don Gil. Este pueblo fue fundado mediante campañas de repoblación de las "tierras de nadie" que se efectuaron en la reconquista, y vio multiplicada su población tras el declive de la vecina población de Alarcos, a la cual pertenecía, en 1195. En el lugar donde se encontraba el pozo al que hace referencia el nombre de la antigua aldea, hoy existe una placa conmemorativa. Está en la plaza del Pilar.

El poder de las órdenes militares era entonces equiparable al de los reyes. El maestre de cada orden actuaba como señor feudal, y tenía derecho a recaudar impuestos en las tierras de su dominio. En esto no sería una excepción la principal orden en la zona, y la que ostentaba mayor poder: la Orden de Calatrava. Además su poder era tal, que podía ser una gran aliada (para proteger los límites del reino con Al-Andalus) o convertirse en un gran problema. En el año 1255, el rey Alfonso X el Sabio renombra el municipio del Pozo Seco de Don Gil, fundando Villa Real. Colocaba así el rey una villa de su propiedad, con fieles funcionarios reales, en los dominios de la Orden de Calatrava, definiendo su trazado urbano y mandando edificar una muralla de forma ovalada, construida mayormente en tapial y mampostería. La muralla llegó a tener 4,6 km de longitud, 130 torres, y ocho puertas (Toledo, Calatrava, La Mata, Granada, Ciruela, Alarcos, Santa María y del Carmen).

El desmantelamiento de las murallas fue primero parcial; todo el lienzo comprendido entre las puertas de Toledo y Calatrava se utilizó en el año 1868 para rellenar con sus materiales las “Lagunas de los Terreros”, y los demás restos del recinto amurallado, al encontrarse abandonados y en estado ruinoso, se fueron perdiendo irremediablemente para siempre, a excepción de la puerta de Toledo y el pequeño lienzo de muro que se conserva entre las que fueron “Puertas de la Mata y Granada”.

Puerta de Toledo de Ciudad Real

Declarada en 1915, monumento nacional es de los pocos restos que se conservan de la antigua muralla que rodeaba la ciudad. Siglos XIII-XV. construida en 1.328 en espléndido gótico-mudéjar con arcos ojivales y túmidos en el reinado de Alfonso XI, representa el símbolo de la ciudad, su mascota. Resto de aquellas connivencias -y felices convivencias- entre musulmanes, judíos y cristianos. Una reliquia, una superviviente bien tratada, que aparece impertérrita en el inicio de la vía toledana, por la que en su momento debieron llegar a la ciudad las mayores glorias, sin que fuera capaz de sustraerse a alguna de sus derrotas.

Para dar cuenta cumplida de este precioso resto de la arquitectura militar del siglo XIV, creemos lo más conducente trascribir íntegro el INFORME que obra en esta Comisión de Monumentos, presentado por el Sr. D. Casimiro Piñera y Naredo, hoy Prelado ilustre de esta diócesis, en 27 de Enero de 1891, el que escribió en virtud de encargo de dicha Comisión.

Hallase emplazada esta puerta al fin de la espaciosa y larga calle de Toledo y principio del antiguo camino que conduce á la ciudad del mismo nombre. Compónenla seis arcos de esbelta y variada forma, flanqueados por dos fuertes torreones de planta rectangular y de doce metros de altura por cuatro de frente. Su fábrica es de mampostería gruesa en los lienzos y de siIlares en los angulos, esquinas y arcos y la piedra caliza, de esta localidad. Indudablemente estuvo antes coronada de almenas con sus correspondientes parapetos, mas hoy se encuentra despojada de estas defensas y adornos.

De uno á otro torreón avanzan sus seis arcos, de los cuales, los tres que caen hacia el campo, si bien diferentes entre si, corresponden y son exacta y respectivamente iguales á los otros tres, que caen hacia la ciudad, formando graciosa combinación, variada en los detalles y perfectamente eurítmica y armónica en el conjunto.

El primero, tanto de la parte de la ciudad como del campo, es de estilo ojival, del segundo período en sus comienzos y figura apoyarse sobre columnas de alto relieve adosadas á los muros laterales, de los que arrancan á unos cuatro metros del suelo, con fustes cilíndricos y capiteles cónicos, exornados de hojas de vid, con solo un espesor de cuarenta centímetros y ostentando su clave á la altura de nueve metros del suelo, aparece este arco ligero y atrevido, gallardo y gentil.

El siguiente (también á una y otra parte, en dirección del centro del paso), de menores dimensiones, descansando sobre pilastras empotradas en los muros y coronadas de impostas, es de los llamados de herradura del primer período de la arquitectura árabe. Hállase completamente separado del primero, en todo su ancho, por una abertura de unos sesenta centímetros de espesor, que bajo el punto de vista estratégico, podía sustituir con ventaja á las buhardas o matacanes.

Estos dos arcos, gótico el uno, árabe el otro, separados entre sí por su parte superior, cobijado éste por aquél y formando ambos armónico y bellísimo conjunto, parecen simbolizar la doble raza de cristianos y mudejares que constituían entonces el núcleo de esta población, amparándose los segundos bajo la noble y franca protección de los primeros, y viviendo, á pesar de sus distintas creencias religiosas, en la mejor paz y harmonía, y hasta mutuamente contentos y satisfechos.

De igual vano, pero no árabe ó mudejar, sino gótico, es el tercero y más céntrico. Entre él y el anterior media un espacio ó recinto de planta casi cuadrada, circunscrito á derecha é izquierda por el muro intenso de los torreones y, por delante y atrás por el frontón de, los referidos arcos Ciñelos, á la altura de ocho metros del suelo, un triple bocel que, bífurcandose en los ángulos y trepando por la parte superior de los muros, los corona de arcos ojivales, cruzando en sentido diagonal, da origen á los nervios de las bóvedas, cerradas por claves en forma de disco.

En uno de estos espacios (el de la parte de la ciudad algo más reducirlo que su correspondiente que dá hacia el campo), existe a la derecha según se sale, un postigo, también apuntado, abierto en el muro de uno de los torreones, que comunicando con una escalera interior, dá acceso al adarve.

Entre los dos arcos góticos de reducido espesor y exactamente iguales que se hallan en el centro del paso, hay una especie de ranura, extendida de uno á otro torreón y abierta por arriba, donde encajaba el rastrillo, que ya no existe, como tampoco el portón, que cerraba por dentro el arco exterior de herradura; pero de su uso quedan en los muros profundas huellas.

Sobre la clave de este arco árabe ó mudejar, vése esculpido en piedras un escudo con castillos y leones, y en el correspondiente del lado de la ciudad, á la misma altura, una lápida de piedra, de poco más de un metro de alto por unos sesenta y cinco centímetros de ancho, incluso el marco ó moldura que la ciñe alrededor, de unos quince centímetros de ancho, y en ella, grabada en grandes caracteres góticos bastante borrosos algunos y otros completamente destruidos, la siguiente inscripción:

VISITA QS DNE HITATI

ONE ISTA ET OMS INSIDI

AS INIMICI AB EA LONE

REPELE ANGELI TUI SH HA

BITNTES IN EA NOS IN PACE CUS

TODIANT ET BEDICTIO TUA

SIT SUPER NOS SEP. SAL

VA NOS OSPOTES DS ET LU

CE TUA NOVIS CONCEDE PER

PETUA DNM NRM JHUM

CHRM F. T. FACTUM EST II

OC E MCCCLXVI RE

GNANTE DOMINO ALFON

SO ILLUSTRISIO REGE.

"Visita, oh Señor, te lo rogamos, esta morada, y aparta de ella todas las ansechanzas del enemigo; tus Santos Angeles nos guarden en paz a los que habitamos en ella; y tu bendición sea siempre sobre nosotros. Sálvanos oh Dios Omnipotente, y concédenos tu eterna luz, Nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, Fué hecho esto en la Era de mil trescientos sesenta y seis, reinando el señor don Alfonso, Rey Ilustrísimo".

Según la precedente inscripción, la puerta que nos ocupa fué construida ó por lo menos terminada en el año 1366 de la Era española, que corresponde al 1328 de la vulgar; y por lo tanto el muy esclarecido Rey D. Alfonso, que dice reinaba a la sazón, es el undécimo de este nombre, que tres altos antes habia sido declarado mayor de edad por las Cortes de Valladolid, y que despues de la célebre; victoria del Salado y de la toma de Algeciras falleció victima de una terrible epidemia en el cerco de Gibraltar. Llevaba ya entónces nuestra Villarreal 63 años de existencia desde su fundación por Alfonso el Sabio, y en este, tiempo había levantado en la parte más elevada de la población su Alcázar ó fortaleza y construido sus murallas de tapieria, pero de gran resistencia, como se puede apreciar por los trozos que aún subsiten, entre ellos los inmediatos a la misma puerta de Toledo, de los cuales se demolió el haz exterior para la construcción de los dos paredones que, coetaneos á ella, se extienden á derecha é izquierda; conservándose adosada a los mismos y con un espesor de cerca de tres metros, parte de la primitiva muralla.

Que al erigir esta puerta con tan excelentes condiciones de defensa, se haya propuesto el Concejo de Villarreal fortificarse contra sus enemigos, no hay necesidad de consignarlo, por ser á todas luces evidente, pero que á la vez quisiese con esto rendir un tributo de homenage y gratitud al joven y bizarro monarca por la decidida protección que tanto él, como sus antecesores, le había dispensarlo, concediéndole sus fueros y privilegios y sosteniéndola en la desigual lucha con la poderosa Orden de Calatrava, su temible y poco afecta vecina, no pasa de ser una simple conjetura; conjetura sin embargo á la cual parece dar cierto viso de probabilidad el haber colocado el escudo Real en una de las portadas, y el haber inscrito en la otra, después de la invocación de la Divinidad y del nombre de nuestro Divino Salvador, el del muy esclarecido Rey D. Alfonso, Domino Alonso illustrissimo rege.

Lo que no cabe dudar es que esta Puerta guarda perfecta analogía con la célebre Puerta del Sol de Toledo. Median, es verdad, entre una y otra notables diferencias: pertenece la de la imperial ciudad al estilo árabe sevillano y la nuestra al ojival de transición del primero al segundo período, ostentan los lijeros y variados torreones de aquella barbacana exornada de arcos y almenas y atavían su bellísima portarla, inscrita en su correspondiente marco ó arrabaa; con dos órdenes de graciosas y entrelazadas arquerías sobrepuestas, mientras que carecen de todo ornato los uniformes y pesados de esta; y su doble portada si bien esbelta, graciosa y elegante, es muy sobria de adornos. Pero obsérvase en ambas el mismo número de arcos, si se cuentan como uno solo, como así parece debe hacerse, los dos ligerísimos del centro, separados únicamente por el pequeño espacio que ocupaba el rastrillo. En ambas es apuntado dentro de su respectivo estilo, el primer arco mayor que los restantes y estriba sobre columnas. Reviste el segundo en una y otra, la forma de herradura, descansa sobre pilastras destacadas de los muros y ostenta sobre su clave el respectivo escudo.

Sin pretender, pues, equiparar el mérito artístico de la Puerta de Toledo de la humilde y naciente Villa con el que todos reconocen y admiran en la del Sol de la antigua y monumental ciudad, sin tratar en manera alguna una de confundir épocas distintas, ni amalgamar estilos diferentes, nos limitamos á llamar la atención sobre el número, orden y distribución de sus principales elementos constitutivos, y aun sobre ciertos pormenores que parecen indicar que, si por las razones expuestas, no entró en los planes del Arquitecto de la de Villarreal copiar la de Toledo, la tuvo sin embargo muy presente y hasta trató de imitarla y de reproducir los principales rasgos de su fisonomía en otro orden arquitectónico y en la medida de sus escasos recursos.

Pero sea de esto lo que quiera siempre resultará que la nuestra, por su respetable antigüedad de cerca de seiscientos años, por los recuerdos históricos que evoca, por la esbeltez y gallardía de sus portadas y de todos sus arcos, por la pureza de sus líneas y perfiles, por la feliz combinación de los estilos tan bellos como el ojival y el árabe, por la variedad de sus detalle; y harmonía del conjunto, por la suntuosidad de su fábrica en medio de su sencillez y hasta por su buen estado de conservación, merece figurar entre los primeros y más preciados monumentos de esta ciudad y su provincia, siendo por consiguiente altamente razonable y justa la instancia que el Excelentísimo Ayuntamiento eleva á la superioridad pidiendo sea declarada monumento nacional, con cargo, en cuanto á su reparación y conservación, al presupuesto municipal: único modo de evitar que en plazo, acaso muy próximo, venga al suelo, víctima de ruín codicia ó de supina ignorancia.

Inocente Hervás y Buendía

Muralla de Ciudad Real

Antigua imagen de la muralla de Ciudad Real

La guerra entablada desde su principio con la Orden de Calatrava y con insistencia cruel sostenida, hizo pensar á sus vecinos en proveerse de defensas, que los pusieran al abrigo de toda sorpresa. Del año 1297 es la cuenta más antigua, que su archivo conserva, de las cantidades empleadas en la construcción de sus torres y muros, no dejando después año alguno, sin atender a su mejoramiento y reparación. La desecación y saneamiento de los Terreros obligó a verter en ellos todo el lienzo comprendido entre las puertas de Toledo y La Mata. Vendidas por el Estado van desapareciendo sus fuertes torreones a impulsos de la piqueta para dedicar su gruesa cantería como materiales de construcción.

Hasta el año 1600 únicamente daban ingreso á la ciudad las puertas de Toledo y Alarcos y portillo ó postigo de Santa María. La porfiada y sangrienta lucha sostenida con la Orden y la difícil defensa de su extenso perímetro así lo exigían. La puerta de Alarcos se compone de un arco sencillo, sin mas adorno que el blasón de. España entre dos reyes de armas. Los trajes de estas estatuas acusan la época de Felipe III.

La muralla estaba compuesta por 130 torreones y 8 puertas, tenía una forma de elipse casi perfecta con una longitud de 4.600 m., con un grosor de 2,20 m.. Para Madoz: "Comprende una extensión de 1.800 varas desde la Puerta de Alarcos a la de Calatrava...; y, 2.004, de la Puerta de Ciruela a la de Toledo.

El eje mayor de la figura elíptica arrancaba desde la monumental Puerta de Toledo hasta la Puerta de Ciruela; y, el menor, desde el postigo de Santa María al punto medio de la línea recta trazada entre las puertas de La Mata y Granada o "Miguelturra".

Recinto amurallado fue reparado a principios del siglo XVIII, es en este mismo siglo (1767) cuando se derriba el primer tramo de la muralla que circundaba a Ciudad Real; dando así el primer paso para llevarse a cabo después, la demolición total del amurallamiento (tendría lugar en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siguiente).

Antigua imagen de la muralla de Ciudad Real

Es evidente que LAS MURALLAS de Ciudad Real, calificadas por Rades y Andrada como una "ruyn cerca" y por historiadores locales del siglo XVII y posteriores de "excelentes", se deterioraron a causa de las continuas refriegas entre calatravos y realengos; pero éstas, siendo reparadas en 1489, vuelven a sufrir grandes desperfectos a consecuencia de una inundación del río Guadiana en 1508.

En 1853, 1860 y 1862, se producen demoliciones parciales del lienzo comprendido entre las Puertas de Mata y de Toledo con destino a realizar obras municipales, en 1863 se practica la demolición del total para emplear las tierras en desecar una de las lagunas que existían extramuros de la puerta de Calatrava, las lagunas de los Terreros.

El debate originado en 1882 sobre la titularidad de la muralla, está motivado por la petición que formula el Vicario General del Obispado solicitando el material procedente del derribo para construir el Seminario Conciliar.

Otro trozo de lienzo fue derribado en la Puerta de Santa María y Alarcos donde se está construyendo en un nuevo matadero en cuyas obras se utiliza la piedra resultante del derribo.

A mediados del siglo XIX, con la llegada del ferrocarril en 1853 a Ciudad Real, se establece la necesidad de construir en la muralla una hermosa y espaciosa puerta a la que se llamará de "Ciruela"; que, con esta obra, sigue el amurallamiento reparándose una vez más para ofrecer una imagen más bella y hermosa.

Más elocuente es la división del territorio aportada por el ferrocarril, cuyo trazado en el plano de 1886  opera como nueva muralla, restituyendo los mundos de lo rural y de lo urbano a la situación anterior.  La maldición de la ciudad histórica, falta de higiene, con problemas de alojamiento y con nulas infraestructuras sanitarias demanda una visión alternativa a ese recinto que es visto aún en 1912 como un repugnante anillo que aprisiona a la capital, amenazándola con hacerla morir por el procedimiento de asfixia".

Después que el Arquitecto Municipal y el Secretario del Excmo. Ayuntamiento informaron acerca del escrito del Sr. Presidente de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana, en sesión de 16 de Septiembre de 1931 se determinó "ratificar el acuerdo de cinco de Agosto último sobre la demolición de las murallas existentes y en cuanto acercar los solares, demorar el cumplimiento de dicho acuerdo hasta que esté aprobado el Plano de Alineaciones...". Y, por Decreto (19-Septiembre-1931), se le notificó al Presidente de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana el acuerdo recaído.

Pero, por causas que desconocemos, los propietarios de las murallas no procedieron al derribo de éstas; evitándose con ello, en principio, la desaparición de uno de los primitivos vestigios históricos con que contaba nuestra Ciudad desde su fundación.

Muy poco tiempo duró tal satisfacción. La Municipalidad, nuevamente, en la reunión Plenaria de 31 de Octubre de 1932 acuerda, como consecuencia de la aprobación del "Plano de Alineaciones de la Ronda de Circunvalación", comunicar a los propietarios del amurallamiento que procedan a su demolición: proponiéndoles "un plazo de quince días a los dueños de las murallas que circundan la ciudad, para que procedan a hacerlas desaparecer y de no realizarlo en dicho plazo, lo ejecute el Ayuntamiento a costa de los mismos".

Torreón del Alcazar de Ciudad Real

Antigua imagen de la Torreón del Alcazar de Ciudad Real

El arco del torreón del Alcázar es lo único que queda hoy día del alcázar Real de Alfonso X. Se trata de una puerta de arco apuntado, que aunque muy sencilla y restaurada, aún muestra algunas curiosidades, como por ejemplo las marcas que hacian los canteros medievales en algunos de los sillares a modo de firma.

El rey Sabio mandó construir el Alcázar al poco de fundar esta ciudad. Las obras se prolongaron durante algún tiempo; pero pronto debió de estar en condiciones de ser habitado como residencia real. Un resto de este alcázar es el llamado "Torreón". Son escasos los datos que se tienen del edificio. En efecto, esta carencia documental sobre su construcción impide una valoración sobre el papel que pudo haber jugado dentro del núcleo de la ciudad. Algún autor señala lo extraño de su ubicación al estar lejos del centro de la villa; pero la explicación es evidente: era la cota más elevada del entorno y la menos edificada dentro de las murallas de la villa. En el momento de su construcción el Alcázar aparece despejado de edificaciones aledañas, el lugar es estratégicamente perfecto para otear los posibles ataques a la amurallada villa, que ya sólo podían temerse fueran llevadas a cabo por los calatravos. En la actualidad permanece en pie el llamado "Torreón", un arco apuntado, que sin duda pertenecía a una de sus puertas. Esta zona fue la elegida por Alfonso el Sabio para fijar su residencia y el centro de su poder político, la más aristocrática del Villa Real. Sin embargo, hasta pasado más de la mitad del presente siglo, el sitio era social, urbana y económicamente lo más degradado de la ciudad.

El Alcázar formó parte de la dote que en 1455 entregó Enrique IV a su mujer doña Juana, dejando esta señora como recuerdo de su señorío la torre que mandó edificar en el sitio que ocupaban unas casas que había junto a él. A este respecto discrepaba Delgado Merchán, que apuntaba: "...que, por el simple examen de lo que queda, no se puede ocultar que el llamado "torreón" ni lo es, ni a sido nunca, ni es otra cosa que un trozo de muralla en donde hay una puerta que ni aún puede decirse que fuera la principal del palacio. Además de esto, si doña Juana de Portugal, hubiese construido esta torre, habría puesto en ella sus armas y no las de Castilla y León, que aún puede descubrir cualquier persona que lo busque".

Restos arqueológicos en la calle Granada, junto al Alcázar de Ciudad Real

Restos arqueológicos en la calle Granada, junto al Alcázar

Los Reyes Católicos residieron en algunas ocasiones en el Alcázar e hicieron donación del mismo en 1475, a don Fernando de Cervera, natural de Ciudad Real y aposentador de sus altezas. Sabemos que este palacio poseía unos subterráneos, que por los años de 1950 fueron lodados. Eran estas unas cuevas amplísimas, muy interesantes geológica e históricamente, de lisas paredes veteadas por estratos cuaternarios horizontales, de diversos colores, y con inclusiones de cenizas y bombas volcánicas, con techos planos por haberse construido aprovechando esa horizontalidad perfecta de los estratos. El actual arco o torreón ha llegado a nuestros días gracias al marqués de Villamediana, que hace más de un siglo, debido a su estado ruinoso, y a sus expensas, fortificó la puerta que amenazaba derrumbarse.

Desde este alcázar dirigió Alfonso X sus embajadores al monarca francés San Luís, pidiéndole en matrimonio a su hija para el infante don Fernando, su primogénito, el cual -como sabemos- fallecía en 1275 casi repentinamente en dicho palacio, cuando se disponía a guerrear contra los moros de Andalucía. En este mismo lugar se hizo proclamar heredero de la corona su hermano Sancho IV "el Bravo". El Alcázar estaba tan cercano a la muralla de la ciudad que pasaba esta a formar parte del recinto real. Un maestre de Calatrava (como luego veremos), hospedado en él, franqueó traicioneramente por la noche la entrada a sus fuerzas por un postigo "...que penetrando la muralla salía al campo, cuando tomó la ciudad mediado el siglo XVI". Por esta misma puerta salió Juan II de Castilla, cuando le sorprendió en esta morada un terremoto mientras dormía la siesta "...saliendo al campo por una puertecilla o poterna que había en la muralla..”, suceso acaecido en 1431.

Aproximación del Alcázar Real de Ciudad Real

Una aproximación al pequeño Alcázar Real

Aquí recibió Alfonso XI los embajadores que el rey de Marruecos le envió en 1344, en reconocimiento de haberle devuelto las dos hijas que había cogido en la batalla de Tarifa. El mismo monarca, con ocasión de firmar una tregua con los moros, se dirige a Villa Real donde llegó el jueves santo, estando este día y el viernes. También reunió Cortes en el Alcázar de Villa Real, el año 1346.

Por el año 1388, nacía en la villa el físico y literato Fernán Gómez, que luego sería conocido por el bachiller Fernán Gómez de Cibdarreal. Por su mente privilegiada, entró a formar parte del séquito de Juan II, siendo éste niño. Algunos prelados y grandes de España le recompensaban por su asesoramiento en diversas materias. El monarca antes aludido le hizo merced, en 1445, de 30.000 maravedís sobre la lana de Segovia: tuvo amistad con muchos personajes de los que entonces sobresalían en política y literatura. Parece que fue autor del famoso "Centón Epistolario", publicado en Burgos en 1449, a él atribuido, pero no probado. Se cree que murió en Ciudad Real." Hay en la capital una calle dedicada a este personaje.

CIUDAD REAL. SIETE SIGLOS A TRAVÉS DE SUS CALLES Y PLAZAS, 1245-1945

de JOSÉ GOLDEROS VICARIO

Localización

Las imágenes

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