Puerta de Toledo de Ciudad Real

Declaración Monumento Nacional de la Puerta de Toledo de Ciudad Real

El 17 de febrero de 1915, la Gaceta de Madrid publicó la Real Orden de su Majestad el Rey Alfonso XIII declarando Monumento Nacional a la Puerta de Toledo.

Gaceta de Madrid nº 48 de 17 de febrero de 1915

Páginas 540, 541 y 542

Ilmo. Sr.: Vista la instancia elevada á este Ministerio con fecha 13 de Julio de 1914, solicitando que sea declarada Monumento nacional la puerta de Toledo, de Ciudad Real, y habiendo informado en sentido favorable á esta petición las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia,

S. M. el Rey (q. D. g.) ha tenido á bien disponer que sea declarada Monumento nacional, quedando bajo la inmediata custodia ó inspección de la Comisión provincial de Monumentos de la capital expresada.

Es asimismo voluntad de S. M. que se inserten en la GACETA de MADRID los informes de las Reales Academias á que se hace referencia.

De Real orden lo digo á V. I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde á V. I. muchos años. Madrid, 4 de Febrero de 1915.

ESTEBAN COLLANTES.

Señor Director general de Bellas Artes.

Informes que se citan.

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,

Exorno. Sr.: Esta Real Academia ha examinado detenidamente el expediente incoado por la Comisión provincial de Monumentos de Ciudad Real, en solicitud de que sea declarado Monumento nacional la puerta de Toledo en dicha ciudad. Consta él expediente del oficio de la Comisión alegando los motivos que, á su juicio, justifican su petición, á la que acompañan la planta, una Memoria y dos fotografías de dicha puerta.

Formaba este ingreso parte dd las murallas destinadas á defender la extensa y populosa villa fundada y engrandecida por el Rey Sabio, sobre el pequeño poblado llamado Puebla de Pozuelo y después Pozuelo Seco de Don Gil, por suponer que un rico señor de este nombre estableció en él su base de operaciones contra las terribles partidas de facinerosos que infestaban aquella despoblada comarca, que era indispensable dotar de las debidas condiciones de seguridad y defensa, como paso obligado éntre la Nueva Castilla y las recientes conquistas que el Rey Sabio legó á su docto hijo en los campos de Andalucía.

A esto fin se había creado anteriormente la Orden militar de Calatrava, encargada de defender el pueblo de este nombre, abandonado por los Templarios, y que se concedió á sus sucesores por juro de heredad con todos sus términos, castillos y aldeas.

Tan poderosa Orden se mostró desde luego opuestísima á que se enclavara en el corazón de sus dominios el concejo libre de Villa Real, con el que sostuvo perennemente la más acerba y enconada lucha, obligando así á sus habitantes á ponerse al abrigo do toda sorpresa, cercando su recinto, de unos cuatro y medio kilómetros de longitud, con murallas de sillería y tapia flanqueadas por torreones.

La cuenta más antigua que se conserva en su Archivo de las cantidades em pleadas en estas obras corresponde al año 1297.

Todavía subsisten á trechos trozos de estas históricas murallas que han sido mudos testigos de gloriosas hazañas realizadas por sus bravos defensores, y cuyas recortadas fábricas, destacándose sobre las movidas siluetas que ofrecen el blanco caserío y las torres con variados chapiteles que contiene la urbe, rodeada de masas de arbolado y viñas entre las fértiles tierras de labor, constituyen un hermoso conjunto que ofrece desde las cercanías las más agradables y pintorescas perspectivas.

La villa que siguió apoyada por los Soberanos de Castilla, obtuvo en 1427 la categoría de ciudad, según fuero concedido por Juan II.

De las antiguas puertas de entrada abiertas en las murallas la única que conserva las líneas primitivas es la de Toledo, cuya declaración de Monumento nacional se pide.

Esta puerta, abierta en la muralla durante el reinado del insigne vencedor del Salado, de entrada á la calle de su nombre y consta de un prolongado cuerpo central flanqueado por dos robustos torreones y perforado por la galería de paso, dividida en dos tramos cubiertos por toscas bóvedas de crucería que parecen de época posterior.

Dicha galería termina en su frente al campo con un hueco de paso de arco túmido, y en el interior con otra de herradura, que desempeñan doble función.

Por un lado servían para recibir las correspondientes puertas de cerramiento, cuyos espigones en traban en las quicialeras que todavía subsisten tras los referidos arcos, y por otra parte constituyen los formeros extremos de los embovedamientos, y cuyos robustos formeros intermedios, poco espaciados entre sí, dan paso al rastrillo central.

Ante los frentes interior y exterior del monumento, y á distancia conveniente de los paramentos, campean dos matacanes de arcos apuntados apeados por columnas con capiteles de hojas cardinas empotradas en los muros de los torreones de costado, y cuyos elementos, en unión de los almenados parapetos de coronación, hoy desaparecidos, y de las herradas puertas y rastrillo , completaban los sistemas de seguridad y defensa peculiares á la época á que el monumento corresponde, y que según la inscripción grabada sobré el arco del frente interior es de 1328.

Resulta, por lo tanto, un ejemplar típico en el concepto arquitectónico militar, al que sólo puede imputarse el que los torreones de costado sean de frente exterior recto en vez de semicirculares, ó mejor aún, de forma abalaustada, de que contamos en principio ejemplares de fecha anterior en nuestras construcciones militares, y cuya resistencia á los ataques de los ingenios es mucho más considerable.

Desde el punto de vista estético, la gallardía y agradables proporciones de los frentes del monumento, realzados con los avanzados arcos de matacanes sobre columnas tan elegantes como de eficaz efecto para la defensa, imprimen al conjunto muy atractivo aspecto.

Y, por último, desde el punto de vista histórico, á más de su antigüedad de seis siglos que simbolizan la sucesión de tantas generaciones, resulta tan simpática la heroica y secular defensa de la ciudad contra el absorbente poder de la soberbia Orden de Calatrava, que quiere arrebatarle sus legítimos derechos, que el efecto moral que evocan estos recuerdos, unido á la grata impresión que prodúce la vista del monumento por sus hermosas líneas y hasta por su ameno emplazamiento, coadyuva á justificar la conservación de un monumento que será dentro de breve plazo único testimonio de la accidentada historia de la ciudad realenga, y que merece, por lo tanto, ser declarado Monumento nacional.

Tal es la opinión de esta Academia, que somete al superior criterio de V. E. para que en su vista se digne resolver lo que estime más acertado.

Lo que con devolución del expediente y fotografía remitidas, tengo la honra de comunicar á V. E., cuya vida guardo Dios muchos años. Madrid, 11 de Noviembre de 1914. E1 Secretario general, Enrique Serrano Fatigati.

Excmo. Sr. Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Real Academia de la Historia:

Ilmo. Sr.: Recibida en esta Academia la comunicación de V. I. de 16 de Noviembre último, en la que pide se in forme el expediente instruido á petición de la Comisión provincial de Monumentos de Ciudad Real, en solicitud de que sea declarada Monumento nacional la Puerta de Toledo de dicha ciudad, esta Corporación h a acordado manifestar á V. I. lo siguiente:

«Situada en la parte Norte de la población, está constituida por dos cámaras ó recintos, por cuyas bóvedas, taladradas en su parte superior y en comunicación con el coronamiento de la obra, se podían dejar caer proyectiles y materias inflamadas, existiendo entre aquéllas dos gruesos muros entre los cuales descendía el rastrillo en caja abierta desde la parte superior, permitiendo el paso y tránsito por la parte inferior amplios huecos terminados en túmidas ojivas.

En sus dos frentes arcos de herradura, apuntad a el que corresponde al interior de la población, pero no el que se halla más próximo al campo, que está constituido por una sola curva; muestran el consorcio y la fusión del arte cristiano con el árabe, y avanzados á uno y otro frente, sobre arcos ojivales, cuyas clases se encuentran á nueve metros de altura, se alzan sendos muros, dejando entre ellos y el macizo de la edificación espacio suficiente para extremar la defensa si el enemigo llegaba hasta las puertas de madera y hierro, que giraban en robustas quiciaderas de piedras, en cuyos lados no llegaron á esculpirse los escudos ó blasones que debían contener.

Los arcos correspondientes á estos matacanes exteriores se apoyan sobre esbeltas columnas que tienen como base ménsulas ó impostas á bastante elevación.

Dos grandes torreones rectangulares, de 13 metros de largo por cuatro de ancho, prestaban protección y apoyo á la puerta, y una estrecha escalera de piedra daba acceso desde el interior de uno de los torreones.

Como puede juzgarse, la ornamentación es sobria; la disposición y traza proporcionada y elegante; la combinación de los elementos está bien entendida; es grande la fortaleza de sus muros, formados por sillares de piedra, y todo en ella revela buen gusto y lo da majestuoso aspecto.

Cuál fué el motivo y cuál la fecha de la construcción de este monumento hermoso, lo dicen al mismo tiempo el Arte y la Historia , marchando de perfecto acuerdo; y nos lo dicen, aquél, al observar un arco herradura mezclado en lo más antiguo de la obra con la ojiva túmida que hay en el interior, elemento que corresponde al primer período del denominado estilo ojival; y los documentos y crónicas, al contarnos que en el año 1255, Alfonso X fundaba una villa grande é bona en lo que antes era miserable aldea de Pozuelo de Don Gil, á la que varió el nombre, poniéndole el de Villa Real, favoreciéndola con la concesión de los privilegios de los caballeros de Toledo para los caballeros y de los del fuero de Cuenca para los vecinos, según consta de la carta puebla otorgada; y siete años después, al detenerse este Monarca á su paso para Andalucía, para esperar las Compañías que había mandado reunir, dice el cronista (contemporáneo y por tanto testigo de mayor excepción) que hizo facer el Rey una puerta labrada en piedra y es ésta la que está en el camino de Toledo: probando este aserto que el monumento estaba concluido en su tiempo, y, por tanto, en fecha muy anterior á la que, como veremos, se le ha querido atribuir; y señala al mismo tiempo una circunstancia notable, á saber: que la puerta en cuestión se realizó bajo las inmediatas órdenes del Monarca y á sus expensas, pues añade que dispuso también que la construcción de la muralla fuese hecha por los del lugar.

Esto, no obstante, la mencionada puerta tiene por encima del arco de herradura apuntado, que corresponde al interior de la población, un letrero en hermosos caracteres góticos, de cuya lectura se puede inferir, y así por algunos se ha inferido, que este insigne monumento no fué labrado en tiempos del Rey Sabio, sino en los de su homónimo Alfonso XI, y más concretamente en el año 1328, pues allí consta la expresión Factum est Era MCCCLXVI Regnante Domino Alfonso illustrissimo rege; y por lo mismo que resulta una discrepancia tan notable en las fechas y reinados, preciso es reunir los datos necesarios para esclarecer este asunto, fijando de una vez, si es posible, la fecha de su erección, ó por lo menos el reinado durante el cual fue construida.

A este objeto conviene recordar que que para la Orden de Calatrava la fundación, dentro de su territorio, de una villa dependiente de la Corona, y, por consiguiente, exenta é independiente, constituía un atentado á sus privilegios; representaba una mutilación de sus propiedades y establecía inevitables y delicadas servidumbres, ya que por todos lados se encontraba la nueva villa rodeada por los campos de Calatrava; y como además los términos que se le habían asignado (por cierto bastante reducidos), no contenían bosques de los cuales se pudiera extraer leña y hacer carbón, elementos ambos indispensables para la vida, el Monarca hubo de conceder á sus moradores derecho al aprovechamiento do ellos en los montes de la Orden, dando con ello origen á frecuentes disputas y querellas con las gentes de las villas y aldeas inmediatas, motivos todos que determinaron una rivalidad de intereses, y como consecuencia inevitable un largo periodo de luchas que ensangrentaron los inmediatos campos y pusieron en peligro la existencia de la nueva población.

Celosos los Maestros de la Orden citada de sus fueros y privilegios, trataron de hacer imposible la vida en Villa Real, y para lograrlo establecieron en Miguelturra, lugar que sólo dista cuatro kilómetros de aquella villa, un mercado en el mismo día en que por concesión de los Monarcas en aquélla se celebraba, y con diferentes pretextos y motivos entorpecieron, y á veces impidieron, el aprovechamiento de leñas y carbones, obligando á los atropellados á recurrir en queja al Monarca, bien que fueran inútiles las resoluciones y los mandatos de éstos, pues siempre quedaban incumplidos.

Uniéronse á estos motivos otros de índole esencialmente política, pues estando en Villa Real y camino de la frontera el Infante D. Fernando, en espera de las tropas que había de llevar para la de presa de Andalucía, sorprendido de grave dolencia falleció en el mes de Agosto de 1275, no sin que antes rogase á don Juan Núñez de Lara, persona de todo su afecto y confianza, «que ayudara é hiciese que su hijo D. Alfonso heredase el Reino después de la muerte de su padre, ordenando que se le entregasen desde luego para educarlo y cuidar de su patrimonio», y aunque los otros caballeros no se atrevieron desde luego á resolver estos asuntos de la sucesión al Trono, tuvo entre ellos muchos y muy decididos partidarios, los cuales acompañaron al fúnebre cortejo del Infante, que con camino de las Huelgas de Burgos, donde había de ser enterrado, pasó por la puerta de Toledo, cruzada también pocos días después, aunque en dirección opuesta, por D. Sancho, su hermano, que acudió presuroso á Villa Real para tomar el mando del Ejército y preparar para el porvenir su elevación al Trono, y así como D. Fernando tenía un amigo valió y decidido en D. Juan Núñez de Lara, D. Sancho contaba con D. Lope Díaz de Haro, quien en el mismo Villa Real se puso á su disposición y comenzó á conquistar la voluntad de los señores de las villas y lugares de Castilla y muchos de los de León.

La rivalidad de estos personajes hizo que el Infante D. Sancho buscara el apoyo de la Orden de Calatrava, cuando rebelde á su padre intentó aprovecharse del Reino, y para pagar los servicios que la Orden le prestara no vaciló en 1280 en ceder á la misma la nueva villa, con todas sus aldeas y términos, cesión que confirmó dos años después, siendo precisa la resistencia de sus vecinos y el apoyo del Rey legítimo Don Alfonso para librarla del poder de los Maestres de la mencionada Orden, y cuando muerto el Monarca entró á gobernar su hijo, hubieron de buscar en la federación y hermandad con los Concejos de Toledo y Extremadura, también en lucha con las Ordenes Militares, que querían absorberlas elementos para conservar su independencia.

Continuaron las luchas entre los calatravos, y la villa, durante la turbulenta menor edad de Alfonso XI, siendo inútiles las órdenes que se dieron á los Maestres para que cesaran de hostilizar á ésta última, siendo preciso que acudiera en socorro de la villa, al frente de las milicias de Jaén, García Sánchez de Biedma, y que unido á ellas infligiera grave derrota á los calatravos.

Desde el año 1323 hasta el 1328, el Maestre no cesó de combatir á los de Villa Real, pero éstos recibieron un refuerzo muy valioso é importante, pues la ineptitud de D. García López de Padilla, que era el que ocupaba el Maestrazgo, había traído como consecuencia la espantosa derrota de Baéna, en cuyo combate contra los moros perecieron muchos caballeros y peones de la Orden, después de lo cual el Clavero D. Juan Núñez de Prado se declaró en abierta rebeldía con otros individuos de la mencionada milicia, y se refugió en Villa Real produciéndose un cisma que terminó con la destitución del Maestre y su sustitución por Núñez de Prado, después de vencer en abierta lid á las milicias de la Orden, herir á su Maestre y apoderarse de Miguelturra, que fue saqueada y entregada al fuego.

Es esa fecha memorable (la de 1328), la que recuerda la lápida colocada en la Puerta de Toledo (1).

Basta para convencerse de ello ver que se pide á Dios que rechace las asechanzas de los enemigos, aludiendo de modo indudable al Maestre y sus servidores; se pide que los ángeles custodien á los moradores, y añade la fecha citada de inscripción es propia de las azarosas circunstancias por que atravesaba la villa.

Al poco tiempo, los deseos que la lápida consigna se vieron convertidos en realidades, pues la victoria de Miguelturra y la elevación del Clavero al Maestrazgo hicieron que terminaran las luchas que tanta sangre, tantos perjuicios y tanto luto habían producido en uno y otro bando.

Precisado ya el tiempo á que corresponden, de un lado la lápida y de otro la fábrica de la puerta, bien que en ésta puedan encontrarse huellas de reparos posteriores á su erección, haremos notar que la rivalidad de la Orden de Calatrava con Ciudad Real, si parece ser un hecho particular de nuestra historia, tiene, sin embargo, más extensa y alta significación, pues es la lucha de los organismos municipales que iban cobrando nueva vida y desarrollo y de las Ordenes militares, instituciones creadas en el fragor de la lucha con los mahometanos, y que por virtud misma de la necesidad tenían que ser organismos militares robustos y fuertes, pues hubo momentos en que se encarnaron por completo el espíritu nacional y representaron el poder militar más considerable do los Estados de Castilla.

Por esto es la lucha mencionada un fenómeno nacional, una revolución que se inicia con estas querellas y termina con el desarrollo de la municipalidad y con el afianzamiento de la Monarquía, constituyendo un verdadero acontecimiento nacional que en ninguna parte presentó tan vivos matices como en este caso.

Podríamos señalar aún otros sucesos históricos de importancia, de los cuales fue testigo la puerta de Toledo, do Ciudad Real: por ejemplo, la batalla librada entre las tropas francesas y el Ejército español mandado por Cartaojal, en la cual, después de atravesar aquellos el río Guadiana, cañonearon á la caballería española, situada delante del monumento á que este informe se refiere, logrando dispersarla y determinar la retirada general del Ejército y la destitución de su General; poro no es necesario, basta lo ya manifestado para mostrar que si en el orden arquitectónico tiene méritos la puerta de Toledo para ser declarada Monumento nacional, también los reúno en el histórico, por habor sido construida por mandato expreso de uno de los Monarcas más gloriosos de nuestra Historia; por su remota antigüedad do seis siglos y medio, y por ser un reducto invicto de ia defensa de los Municipios contra el espíritu absorbente de las Ordenes militares, contribuyendo eficazmente su defensa á la evolución social que preparó el país para la transición á los tiempos modernos de la historia.

Tal es el parecer de esta Real Academia, que por su acuerdo someto á la superior decisión de V. E., cuya vida guarde Dios muchos años. Madrid, 20 de Enero de 1915. E1 Secretario accidental, Juan Pérez de Guzmán Gallo.

Ilmo. señor Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.

(1) La inscripción es copia casi literal de la oración de completas, variando únicamente al decir que los ángeles que habiten, por los ángeles que habitan, lo cual prueba que no se trataba de la consagración, en cuyo caso está bien el condicional, sino de una puerta ya construida mucho antes.

ANGELI TUI SANCTI (HABITENT)

HABITANTES & IN EA (UT) NOS IN PACE

CUSTODIANT