Ciudad Real. Siete Siglos a Través de sus Calles y Plazas, 1245-1945
de JOSÉ GOLDEROS VICARIO
CAPÍTULO VII
CORRALES DE COMEDIAS Y TEATROS
En el último tercio del siglo XVIII, fue erigido un "patio o corral de comedias" en Ciudad Real, siendo su artífice el artista local Rafael Barona. Fue el primero construido en la ciudad, según afirma Hervás y Buendía.
En el libro capitular del año 1799, y en la sesión celebrada el 17 de marzo, queda reflejada la solicitud del citado Varona o Barona, que suplica le sea concedida licencia "para fabricar en esta ciudad un corral o patio de comedias". Se aprobó, según consta en acta, la construcción del coliseo en una casa de la calle del Jaspe, siendo alcalde-corregidor don Francisco Toral."
Ignoramos el tiempo que permaneció en activo este local. Sí tenemos constancia de la ubicación en el mismo edificio de la citada calle del Jaspe (llamada actualmente Hernán Pérez del Pulgar), de la "Real fábrica de relojes de Ciudad Real", y ser relojero honorario de S.M. y director el tal Barona. Madoz, en su célebre diccionario, nos corrobora la existencia de este corral de comedias: "...cuando el Hospicio estuvo en su auge se estableció una fábrica de relojes a la que concurrieron algunos jóvenes de los recogidos en el establecimiento; organizó esta fábrica don Rafael Varona, vecino de aquella ciudad en virtud de la real gracia conseguida como autor de unos magníficos relojes que presentó en la Corte; era el taller el local del teatro, pero esta fábrica cesó hace muchos años... ". `
En una casa de la calle de los Infantes (actual número once), que fue del Sr. Poblador, conocidísimo y eminente farmacéutico, se representaban también entremeses y comedias en el siglo pasado. La preciosa portada de estilo renacentista podemos contemplarla aún hoy, pues está conservadísima ¿hasta cuan do? Los antecedentes históricos-familiares de la morada del Sr. Poblador procedían de su abuela doña Joaquina de Guzmán de Martibáñez.
Magnífica portada de la que fue farmacia del Sr. Poblador. C/. Infantes
TEATRO DE LA CONCORDIA O TEATRO CERVANTES
Años más tarde -1879-, otro teatro es inaugurado en Ciudad Real. Se levanta en la calle de Toledo, esquina a la Plaza de don Luís Muñoz, luego conocida por "la del teatro" , frente al palacio de la Diputación, y sobre el solar de la anterior fábrica de relojes de Blas Muñoz." Aunque de reducidas dimensiones, este local era elegante y bien decorado. El importe de las obras se elevó a ciento ochenta mil reales, sufragados por un grupo de familias acomodadas de la ciudad, funcionando durante un largo espacio de tiempo una sociedad de aficionados titulada "La Concordia", verdadera delicia y modesto vehículo de cultura, lo cual motivó magníficas veladas. En un principio fue llamado "Teatro de la Amistad" por el grupo que auspició su creación.
Tres décadas después de su inauguración, este salón se hallaría en un pésimo estado de conservación, a juzgar por una nota aparecida en la prensa local "...tratándose de un teatro tan insuficiente por sus dimensiones, que no puede,
ni aun con llenos diarios, sostener temporadas largas ni compañías buenas, pero lo que sí interesa al vecindario es si está o no denunciado el Teatro Cervantes, y si reúne las condiciones necesarias de seguridad".
TEATRO CIRCO O DE VERANO, LUEGO TEATRO CERVANTES
Sólo existía otro salón de espectáculos en la capital, el Teatro Circo o Teatro de Verano, con traza adecuada para representaciones circenses, el cual ocupaba un extenso solar en la calle de Alarcos. Desde su fundación a finales del s. XIX, hasta el mes de marzo de 1901, se hallaba cubierto solamente de una marquesina. En dicho año se realizaron importantes reformas cubriéndolo completamente. Luego pasó a denominarse Teatro Cervantes, una vez desaparecido su homónimo de la calle de Toledo. Pasados unos años, de nuevo se reinauguraba este local completamente reformado, contando con plateas, palcos, patio de butacas, sillas de galería, etcétera, sobrepasando su capacidad en más de mil personas. Era el 13 de agosto de 1922. La prensa local glosaba el magnífico salón de espectáculos lleno de luz, alabando la estupenda obra del pintor Ángel Andrade, en el telón de boca. Ciudad Real -añadía- ha sido dotado de un teatro que nada tiene que envidiar a ningún coliseo de la Corte.
Teatro de la concordia siglo XIX
Teatro de verano, siglo XIX
PUERTA DE ALARCOS
Al final de la calle de Alarcos se levantaba la puerta del mismo nombre, frente a la vieja carretera de Almadén, que luego fue convertida en el llamado Paseo de Alarcos y más tarde destinado a erigirse allí el Parque Gasset. La Puerta de Alarcos "en el camino que va a Sevilla", ostentaba las armas reales, formando con sus cuatro torreones una amplia plaza (tal como es en la actualidad). "Es un arco sencillo sin más adorno que el blasón de España entre dos reyes de armas".` En efecto, Carlos I mostró gratitud a Ciudad Real por su apoyo en la guerra contra los comuneros. El cronista Feró dice "...que fue colocado en homenaje al emperador el escudo de sus armas encima del arco que formaba la Puerta de Alarcos construida en su tiempo". Sin embargo, Hervás y Buendía aseguraba que la indumentaria de los pajes que sostienen el escudo era de la época de Felipe III. Estas figuras dieron lugar más tarde a un dicho popular-que se estinguió con la puerta-, que se utilizaba para despedir a un inoportuno: "cuéntale eso a los de la Puerta de Alarcos que están despacio". Durante la guerra de la Independencia, esta puerta fue atacada por la guerrilla de don León Llacer. León era un clérigo que dio muerte a un soldado de dragones francés, por lo que tuvo que darse a la fuga. En el ataque a este acceso de la ciudad, recibió heridas de tal gravedad que le causaron la muerte al cabo de unos días en su refugio de los montes.
Una aproximación a la puerta de Alarcos
SEMINARIO DIOCESANO
En 1875, la provincia de Ciudad Real era promovida a Obispado Priorato con el título de Dora, siendo trasladada la sede episcopal de Almagro a la capital, ordenando el Gobierno de S.M. la preparación de un edificio digno y conveniente para seminario. Sin embargo, los edificios que ocupó para que hiciera las veces de seminario no reunían las condiciones adecuadas.` Otro edificio levantado por esa época, e inaugurado en la misma calle, el 12 de noviembre de 1882, fue la Estación Enológica, en el número 35. Junto al edificio principal había un extenso jardín y depósitos de maquinaria agrícola, así como un lagar provisto de prensas de uva, llegando la viña hasta el callejón del Tinte. Pero, pasados unos años, perdió la capital esta magnífica estación al ser arrancada la viña y convertido el lugar en solitario erial, puesto que al no ser propiedad del Estado fue destinada a otros menesteres.
EL ANTIGUO AYUNTAMIENTO Y LA PLAZA MAYOR
En las Cortes celebradas el año 1480 en Toledo, se mandó expresamente que se construyeran "casas grandes y bien hechas" en todas la ciudades y villas principales para tratar de los asuntos del cumún. Ciudad Real carecía de casa desde 1396, en que la destinada a este servicio fue incendiada. En un lugar junto a donde este se levantaba se hallaba la alcaicería o alcaná, donde los judíos tenían instaladas sus ricas tiendas de sedas, paños, brocados, platerías, drogas y otras mercancías de Oriente, especie de bazares con nutrida y variada cantidad de objetos. Pero perdió este lugar su animado movimiento mercantil a consecuencia de las matanzas y saqueos llevados a cabo en el año 1391 contra los hebreos. Después de estas fechas, un voraz incendio -como decimos más arriba- redujo a cenizas las riquezas de este mercado y la casa del Concejo.
El viejo ayuntamiento, utilizado hasta 1864
En el año 1484, Ilega Isabel la Católica a Ciudad Real, y el Concejo pide y obtiene la casa confiscada al judío Alvar Díaz, situada en la plaza pública, esquina a la calle Correhería (luego llamada de "las Boticas", y hoy María Cristina), para edificar la Casa Consistorial, que se comienza ese mismo año, dirigida y planificada por el maestro Pérez de Valenzuela. No creemos que consiguiera verla terminada, porque cuarenta años más tarde, en 1526, concedían el emperador y su madre doña Juana autorización para hacer un reparto de 120.000 maravedís con los que completar su construcción. Fue dotado el edificio de una capilla dedicada a la Purísima Concepción, abierta al culto en 1528. En 1668, Felipe IV aprueba las ordenanzas municipales de Ciudad Real, estableciendo el modo de celebrar sus sesiones: "...Que cada semana conforme a la costumbre antigua se hagan dos cabildos ordinarios, lunes y viernes, y la hora ha de ser al toque de la campana que la ciudad tiene en la iglesia de San Pedro, y antes de comenzarla, se oiga misa en el oratorio de dicho ayuntamiento...... ' En la fachada del viejo ayuntamiento figuraba un corredor de madera, derribado en 1741, siendo sustituidos los postes que lo sostenían por unos arcos, tendiendo después un balcón de hierro. El terremoto del año 1755, causó en el edificio graves desperfectos.
Antiguo cuadro y farol en la puerta del viejo ayuntamiento
Cuando se celebraban corridas y otros festejos en la Plaza Mayor, se cerraban los cuatro arcos de salida con empalizadas y las reses se guardaban en la calle que formaba la antigua alcaná. El Concejo presenciaba los festejos desde el balcón, con su gran barandilla que era el doble de longitud antes de demoler el arco que daba entrada a la calle Correhería (María Cristina), gemelo del actual y que formaba parte del edificio del Ayuntamiento.
Portada del ayuntamiento (1619)
"La Plaza Mayor de Ciudad Real, es un ejemplo o tipo de las mejores de España` aunque se transformó modernizándola no ha muchos años, conserva todavía restos de lo que fue. Al cambiar los fuertes machones que servían de columnas por los actuales de hierro, también mudó el carácter medieval de la plaza'. Otro capítulo, por demás curiosísimo, es que, a finales del s. XV la plaza Mayor albergaba -según Beinart- la "mancebía" o mesón de mujeres de
Puesto de alfarería en la feria de 1914, en la Plaza Mayor
la ciudad. En efecto, en el siglo XV se establece en la inmensa mayoría de Castilla estos establecimientos, reservándose unos acotados en villas y ciudades. En el caso de Ciudad Real, la mancebía, como lugar en que ejercen su oficio las prostitutas, ya existía con anterioridad a 1459, fecha en que se concede privilegio a Juan Ruiz de Molina, de albergar en sus casas a las mujeres públicas. Inicialmente, la mancebía se localizaba "cerca del adarve", en las inmediaciones del Alcázar, para después trasladarse, al centro de la ciudad. Parece que luego retornó al primitivo lugar, como lo prueba el topónimo de una de las calles de la antigua zona del Torreón, con el nombre de "Madrilas". Este nombre aparece vinculado a "la mujer que regentaba un prostíbulo.
Plaza Mayor en los años 20 (a la izquierda Torre para teléfonos)
Estaba ya consolidada como plaza en el siglo XIV, pues constituía el centro de la estructura urbana del primitivo asentamiento y en ella erigióse el Ayuntamiento, tanto el primero que ardió, como el que donó la reina Isabel en 1484. También se encontraba aquí el mercado o alcaicería -descrito anteriormente-. Este espacio libre, se convierte en recinto cerrado al construirse edificaciones particulares sobre portales de madera. Las primeras reformas importantes se llevan a cabo en 1728, terminando en el año 1744 con la edificación de unos arcos en la zona sur, que divide por un lado la plaza y por otro el inicio de la calle luego conocida por "los Arcos" (General Aguilera), descansando en una parte de estos arcos la Alhóndiga o Pósito, institución en servicio desde el siglo XVI . En 1760 se denomina Pósito real, y el Ayuntamiento pide autorización a Fernando VI para ensanchar el edificio y construir nuevos graneros, cuyo presupuesto importa 12.486 reales.
Nos cuenta un historiador y abogado local, sobre este cerramiento del solar de la plaza: "...el frente, salida al Pilar, llamado de los "Arcos Viejos", tiene tres practicables y dos lodados; y palcos principales diez; segundo, otros diez, y dos en la torrecilla, donde se sube por escalera de mano". Es evidente que estos arcos dieron nombre a la calle que conduce a "El Pilar". Debemos señalar también, que el antiguo Ayuntamiento fue seriamente dañado por el terremoto del año 1755, sufriendo además un incendio años más tarde, declarándolo definitivamente en ruina en 1864, pasando entonces el Concejo a la calle de la Mata núm. 6, donde después estuvo la Audiencia provincial.
Viejo ayuntamiento
El que fuera gobernador civil y alcalde-corregidor don Agustín Salido puso la primera piedra del nuevo edificio dedicado a Casa Consistorial, el 28 de enero de 1868, sobre el antiguo Pósito y sobre los arcos que cerraban la plaza, importando su coste 44.153 escudos, siendo su arquitecto don Cirilo Vara y Soria, autor de otros muchos edificios señeros de la ciudad."' Al comienzo del siglo XX, el pavimento era de canto rodado. En el recinto plazuelero fue desarrollándose la vida normal de los ciudarrealeños, tanto en los actos religiosos como en los profanos, alegres o tristes, desde las revueltas contra los calatravos, judíos o moriscos, o los autos de fe, cambios políticos, ferias y mercados, y desde luego corridas de toros. Desde los primeros tiempos, y durante los días de mercado, se depositaban sobre el suelo, en los sucios cantos, y alguna vez sobre las mantas de las caballerías que traían los frutos de las huertas, los principales artículos de uso cotidiano. Era vergonzoso tener un mercado tan primitivo y pobre, igual a un zoco moruno. Pero, cuando corría el año 1914, el alcalde don Ceferino Sauco, con un modestísimo presupuesto levantó un mercado municipal, el primero después de la alcaicería del siglo XIV, sobre un solar que servía de depósito de las basuras de la ciudad.
CAPÍTULO VIII
LA PLAZA MAYOR ESCENARIO SANGRIENTO
En la plaza fue ejecutado -entre otros- un tal Pérez Ponce, en el año 1686. Este individuo permanecía preso en la cárcel de la Santa Hermandad Vieja, siendo encontrado culpable de bandidaje, por lo que es sacado y arrastrado "por las calles públicas acostumbradas" hasta llegar a la Plaza Mayor donde está instalada una horca de tres palos, en la cual es ahorcado. En un ms. se detalla todo el proceso de ejecución de este desgraciado. "A las cuatro de la tarde fue bajado dicho cuerpo de Ponce y hecho cuartos, seguidamente en un carro es llevado al Camino Real que viene de Manzanares y Daimiel a esta ciudad, y se puso en un palo en el suelo, donde se clavó otro cuarto, y después se puso al Camino Real que viene a esta ciudad desde Granada y se hizo la misma diferencia con otro cuarto y quedó de dicho cuerpo la cabeza y una mano para ponerlo en otras partes...
Escudo de armas de Felipe II y el de la ciudad, hallados al llevar a cabo obras en las antiguas carnicerías municipales
Nos consta que la Plaza Mayor de la capital fue escenario habitual de este tipo de actos a cargo de la Santa Hermandad. Otro sitio conocido pero en tiempos muy anteriores, dedicado a estos menesteres fue Peralvillo, por su situación sobre el Camino Real, razón por la cual alcanzó triste celebridad. Nos cuenta don Joaquín Gómez otro caso sangriento que tuvo por escenario la Plaza. "Llegaron a Ciudad Real -dice el historiador- unas partidas de voluntarios de Aragón y los retuvimos para que con sus conocimientos sirvieran de base del alistamiento general (ocurría este suceso el día 17 de junio de 1808). Parece que el mismo día a las seis de la mañana se presentó en la plaza, frente al Ayuntamiento, un coche escoltado por algunos de Caballería procedentes de la Junta de Almagro, con Esteban Metí segundo teniente de Cazadores de Guardias Españolas, detenido en Manzanares por juzgarle persona sospechosa al encontrarle documentación comprometedora de Murat para Dupont. En efecto, colocado entre unos cartones de un libro de oraciones apareció un mensaje militar. En Ciudad Real no se halló al presidente de la Junta ni al corregidor don Diego Muñoz. Mientras se trataba de encontrar a una de estas autoridades, reconoció uno de los voluntarios de Aragón a Esteban Motí, por haber sido su asistente "...y habiendo quedado resentido sacó la espada y principió a darle tajos, al que aumentaban sus compañeros, siendo la escena horrorosa". El pueblo se alarmó; mi hermano el presbítero -continúa don Joaquín Gómez- se arrojó para confesarle. No lo permitieron. Sacándolo destrozado del interior del coche para arrastrarlo hecho pedazos por las calles principales. Después recogieron los restos para darle sepultura en la ermita de San Lázaro, extramuros de la Puerta de Alarcos, pues las autoridades se negaron a enterrarle dentro de la ciudad. Tal fue el trágico fin del teniente Motí, "de unos treinta años", en plena Plaza Mayor.
Ayuntamiento levantado en 1869
CALLE CUCHILLERÍA
De la parte sureste de la Plaza nace la calle Cuchillería, donde tenían sus tiendas los vaciadores de cuchillos y los afiladores. Se tiene constancia plena de la existencia de dicha calle desde muy antiguo. D. Ceferino Sauco y Díez, uno de los mejores alcaldes que tuvo Ciudad Real, entre los años de 1910 y 1911, era farmacéutico de profesión y tenía su "botica" en esta vieja calle. El Gran Hotel (actualmente sin uso), que luego se llamó Alfonso X el Sabio, fue levantado en 1917. La calle está dedicada al laureado pintor Carlos Vázquez y Úbeda, que nació en Ciudad Real el 31 de diciembre de 1869. Carlos empezó a pintar muy joven, antes de pisar la adolescencia, teniendo el más grato profesor que pudiera soñarse: su madre, que dibujaba de un modo encantador. Fue el discípulo predilecto de Herrer. Pronto se trasladó a Madrid, ingresando en la Academia de San Fernando. Triunfó en todos los campos de la pintura, pero en sus primeros tiempos fue un notable paisajista.
Poseemos un curiosísimo dato de un acto celebrado en esta calle el año 1887, años antes del alumbramiento del "cinematógrafo" de los hermanos Lumiére. Fueron exibidos en Ciudad Real, durante las fiestas en honor de la Virgen del Prado de aquel año, los llamados "cuadros disolventes" que se proyectaban por medio de linternas desde el balcón del Ayuntamiento del lado de la calle Cuchillería. Las vistas así proyectadas desaparecían lentamente, mientras se acusaba una creciente intensidad en la siguiente. Este acontecimiento constituyó para el vecindario una de las notas más gratas de toda la feria. A finales del siglo XIX, el ámbito de la Plaza Mayor era el marco de todas las fiestas capitalinas; pero, como en este recinto se celebraba el mercado diario, fue necesario cambiarlo a la "fuente del Pilar" y calle Nueva. Sin embargo, en la Plaza Mayor o Real se celebraron otros acontecimientos, entre ellos una función religiosa que arraigó profundamente en el pueblo: la bendición de ramos y palmas el Domingo de Ramos. La llegada de san Vicente Ferrer a nuestra villa se data en 1410 ó 1411, para predicar preferentemente en el barrio de la judería, desde esa fecha era celebrada la costumbre de bendición de ramos en la plaza pública. En un manuscrito del s. XIX, el cronista afirma: "...y todo se practicó así, y continúa observándose hasta el presente año de 1861..:" En el Archivo municipal de Ciudad Real, apareció un sobre con un texto en el exterior que decía: "La supresión de la bendición de Ramos en el Ayuntamiento". Efectivamente, en el interior aparecía la historia de este privilegio o costumbre única en España, que se venía celebrando desde 1411 a 1878, o sea 467 años antes. La tradición arraigada en la ciudad era tal, que el primer obispo-prior de Ciudad Real, don Victoriano Guisasola, estuvo dispuesto a tolerarla, a pesar de no existir privilegio pontificio; pero el 10 de enero de 1879 el cardenal Bertolini, prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, contestó: "Que la bendición en las dependencias del Ayuntamiento de Ciudad Real de los ramos de palma y olivo, no se debía conservar..." Y así acabó para la capital una tradición que había permanecido en vigor cerca del medio milenio, que comenzó ciento cincuenta años después de la fundación de Villa Real y terminó con el inicio del establecimiento del Priotato de las órdenes Militares en Ciudad Real.
ALGUNOS PERSONAJES Y FAMILIAS DE RELIEVE EN VILLA REAL. LOS ALVARRANAS
Una de las casas ilustres que se establecieron en el s. XIV en Villa Real, fue la de los "Alvarranas". Era este un alto militar de la plaza, que vivía cerca de la puerta de Granada, encargado de la guarnición y defensa de las murallas realengas. Se relaciona a este personaje con la historia o leyenda del "Cristo del Muro", venerado durante largo tiempo en el trozo de muralla cercano a la Puerta de Granada.
ALONSO DE CÉSPEDES
Fue tal la fama de Alonso de Céspedes, por sus fuerzas y hazañas, que Lope de Vega desarrolló una interesante comedia, la cual se desenvuelve durante su primer acto en Ciudad Real, haciendo ciudarrealeño a Céspedes." No mentía Lope; fue vecino de ella y en ella vivió con su familia y poseyó mayorazgo.
Recordamos uno de los casos desarrollados en Ciudad Real.` "Saliendo una noche de cierta conversación, disgustado, al pasar por los oscuros portales de la alcaná, en la plaza, le salió al encuentro un bulto grande, dándose los dos furiosos golpes, y así anduvieron a brazo partido grande rato. Llegó a su casa sin herida alguna, pero molido de tal suerte, que muchos días le duró la fatiga. Anduvo vacilante algún tiempo en ver cómo era posible que hombre humano se le hubiese atrevido. Divirtióle doña Catalina de Céspedes, su hermana, no de menos valor y fuerzas, diciéndole ser ella con quien había batallado aquella noche, con lo cual se sosegó"."
En otra ocasión -nos cuenta Méndez Silva- "Pasados unos días, andaba la ciudad algo alborotada por un fantasma que de noche se aparecía. Quiso Céspedes desvelar el secreto de esté misterio, y conociendo ser una hechicera, que, sobre unos zancos con candelillas en la frente y ruido de cadenas aterrorizaba al pueblo. Detuvo la, hasta que por la mañana la hizo pasar por mitad de la plaza con los mismos embustes, quedando patente el engaño y sosegado el vulgo...". Y la última de las anécdotas desarrolladas en Ciudad Real dice así: "Celebrábanse en esta ciudad unas fiestas de toros, en quince de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen, al dar una lanzada, con gran fuerza cayeron él y su caballo; pero levantándose con su acostumbrado valor, cogió con la mano izquierda una punta del feroz animal, y con la derecha le dio tan extraño golpe en el pescuezo, que le dividió el cuerpo... ".
Que el capitán Alonso de Céspedes mantenía su residencia en Ciudad Real, lo prueba el mismo autor que citamos. Por él sabemos de sus hazañas, y cómo parte desde Ciudad Real para la guerra contra los moriscos de la Alpujarra, donde encontraría la muerte.
FRAY HERNANDO DE CIUDAD REAL
Un personaje que ha pasado casi desapercibido para la historia de nuestra ciudad es fray Hernando de Ciudad Real. Pocos ciudarrealeños conocen el papel tan importante que desempeñó en los primeros años del monasterio de El Escorial, el monje jerónimo al que aludimos. Felpe II consultó "sobre la persona de la Orden que parecía más a propósito para encargarle este oficio", siendo señalado para ello el P fray Hernando de Ciudad Real, prior a la sazón del monasterio de Guadalupe. Fray Hernando fue el primer prior de la comunidad que vivió en el monasterio.
Señalan algunos autores que estando sentado Felipe II en el coro, en compañía de los monjes, rezando las vísperas de la octava de Todos los Santos, le fue comunicado el gran triunfo de Lepanto. Dicen que el rey permaneció impasible,
y acabados sus rezos llamó al prior y le encargó mandase cantar un solemne "Te Deum". Por lo tanto, fue un ciudarrealeño, fray Hernando de Ciudad Real, a quien le cupo el honor de entonar, por mandato del monarca, un himno de acción de gracias por tan brillante victoria. Los grandes y altos cargos que disfrutó el prior no pudieron hacerle olvidar su tierra, ni mucho menos a su patrona, viniendo de lejanas tierras para predicar en la función que los devotos le dedicaban a la Virgen del Prado.
LOS CASTRO DE ANTOLINEZ
Una leyenda muy conocida en Ciudad Real de aquella época, cuenta como Manuel Castro de Antolinez, joven calavera, vio salir, cuando regresaba una madrugada a su casa, su propio entierro. Arrepentido el joven de su anterior vida disipada-ante esta visión-, cambió con tal decisión, que murió como carmelita profeso en el convento de esta Orden en Pastrana.
LA LÁMPARA DEL CAMARÍN
Existía en Ciudad Real una leyenda conocida por "La lámpara del Camarín". Tratábase esta de la venganza de cierto judío converso de la ciudad en la persona del prometido de la hija del inquisidor local Hernán Gómez del Rel. Este personaje solía atravesar todas las noches la calle del Camarín. Pero en una noche de huracanado viento, la ciudad aparecía absolutamente a oscuras, incluido el fanal o farol colgado de la reja del camarín, que normalmente iluminaba la imagen y la calle. Esa noche, apagado el farol de la Virgen de la iglesia de Santa María, fue la que asesinaron a Hernán . Su bella prometida cayó al pie de la reja de su casa de la calle de la Azucena, pues conoció el grito que dio Gómez del Rel. El asesino, se dijo, era un cristiano nuevo, judío acaudalado, enamorado secretamente de la hija del inquisidor.
LOS PRIMITIVOS LINAJES
Más de doscientas familias de alta hidalguía llegaron a morar en Villa Real, de las cuales hoy apenas sobreviven doce o catorce de ellas.` Casa tenían en la villa, sin saber precisar dónde, los Cárdenas, entroncada con los Velarde; también los Ponce de León, los Avellaneda, los Valdepeñas, los Rosales, los Balmaseda, los Proteles, los Meléndez, los Berengual, los Oviedo, Ladrón de Guevara, etc.
LA FAMILIA DE LOS COCA
Otra importante familia era la de los Coca, a la que pertenecía el fundador de la capilla del "Chantre" de San Pedro, asentada en la ciudad desde los tiempos del desarrollo de la villa. En julio de 1994, y en relación con esta familia, al realizar una pequeña reparación en una sala de una vieja casa de la calle Real de Ciudad Real, fueron hallados unos interesantes restos arqueológicos."'
Restos de la casa del Chantre Coca, en la calle Real
A la casa de los Puerto pertenecían los fundadores de las capellanías del Coro de la parroquia del Señor Santiago. A la de Mármol, el fundador del monasterio de las religiosas de la Purísima Concepción "franciscas". A la de los Constanza, un inquisidor de Ciudad Real "que en el corto tiempo en que permaneció la Inquisición (que fueron poco más de dos años) se quemaron 30 judíos en el brasero que estaba en el Terrero". La casa de los García de Pissa descendía de la Casa de Navarra. En efecto, don García Pissa fue el fundador de la Capilla de Nuestra Sra. del Rosario, de la parroquia de Santiago Apóstol, el año 1464.
Una aproximación a la fachada de la casa del Chantre Coca (calle Real de Ciudad Fea) Dibujo del autor.
Algunas de estas importantes casas de los primitivos habitantes de Villa Real habían desaparecido "asoladas" a causa del empobrecimiento de la ciudad. Cuando decae la animación y florecimiento del centro urbano, muchas de estas casas comienzan a ser paulatinamente abandonadas, iniciándose así su ruina. Efectivamente, en el primer tercio del siglo XIX ya no existían las distinguidas casas de los Cejudo, Azagras, Cervantes, Villa-Lobos, Bustamente, Fúnez, Caballos, Acebedo, y las de los Mendoza, estos últimos en la calle de la Palma; los Careamos, en la del Cohombro, y la antigua de los Forcallo, en la calle Real, pues otra tuvieron en el Prado, donde luego se levantó el casino. Los Forcallo también residieron en un caserón de la calle de Calatrava, esquina a Tintoreros después llamada Audiencia y hoy Elisa Cendrero), el cual poseía un curioso balcón de esquina, único en la ciudad. Desde hace varias décadas se alzan en el mismo lugar unas viviendas de la Diputación.
Mantenían casa, aún por la fecha citada, los Berreos y los Maldonado, así como los Medrano, en la calle de Caballeros; los Geldre estaban enclavados en la calle de la Mata; los Bastante, en la del Jaspe; los Carrillos, los Barajas y los Isasi, en la de los Reyes; los Ledesma y los Cuevas, en la de la Paloma; los Barba, Folgar y Sandoval, en la de Toledo; los Sanz Corea tenían su morada en la calle Azucena y uno de ellos, don Pedro, "dejó todo su caudal para sostener el culto en la parroquia de Santa María del Prado, pagando al clero sus horas canónicas".
Los Aguilera tuvieron su asiento en Villa Real en el año 1370, en que vino don Juan Ramírez de Aguilera a desposarse con doña María de Coca, los cuales poseían tres casas en la calle de Calatrava, así como los Salcedo, los Ureña, los Rey Lobo y los Astorga las poseían en la calle de la Sangre, y los Laras, en la calle de la ermita de San Miguel (?); en la del Mesón viejo, los Rios; en la de la Culebra, los Moras; en la calle del Hospitalillo de la Mejora, vivían los Poblete; en la de la Estrella, los Velasco de Ordella. Los ascendientes de esta nobleza asistieron con Alfonso VIII a la batalla de las Navas de Tolosa. Familias muy antiguas que "bajaron de la Ciudad de Alarcos a vecindarse a esta Población de Villa Real, oy Ciud. RI". (según viejos documentos). Llenaban estas familias los panteones de las tres parroquias y conventos, como Santo Domingo, Santiago, San Francisco, San Pedro, Santa María, la iglesia del convento del Carmelo, etc., como se vio al ajardinar el antiguo cementerio de: San Pedro y al construir determinadas casas de la calle de la Estrella tras el templo de Santiago. Según algunos autores, en esta última calle se cree que estuvo la ermita o capilla bajo esa advocación, a la que profesaba verdadera y profunda devoción el gremio de esparteros del barrio. Un viejo linaje -por citar alguno más-, es el de los Muñoz, el cual aparece ya en documentos por el año 1435. Don Diego Muñoz descendía por línea directa de Mosen Pascual Muñoz, que vino a Ciudad Real y casó con Inés de Loaysa, alcanzando el mayor de sus ocho hijos, Gonzalo Muñoz de Loaisa, el cargo de "oidor de la Real Chancillería, que estaba en Ciudad Real en aquella era".
CAPÍTULO IX
LA CIUDAD ALCANZA LOS DIEZ MIL HABITANTES
En 1870, Ciudad Real es una ciudad cuyo aspecto acusa una degradación significativa; por ejemplo, tan sólo hay un inmueble con cuatro pisos, existen cincuenta casas de tres plantas y el resto lo componen edificios de dos alturas, que son mayoría, y de una. Su censo es de diez mil habitantes, contando a las personas que viven en las aldeas y caseríos de las afueras. Y un dato inquietante: de esas diez mil personas, siete mil son analfabetas. Es una ciudad rodeada por considerables trechos de muralla y que cuenta con ocho puertas en distintos estados de conservación. Por aquella época, las de Toledo y Ciruela son las mejor conservadas, dentro del abandono en que se encuentran. Su estructura urbana es semejante a la actual, pero muchas calles tienen otro nombre; existen aún pozos para conservar el hielo durante el año y los precios se marcan en escudos y reales. Padece escasez del agua, que es ya un problema, mojándose sus caños sólo en contados días del año. La calle General Aguilera se llama entonces de los Arcos, pues antes de alzarse el anterior edificio del Ayuntamiento allí había unos arcos y encima de ellos el pósito real. La calle de Toledo, la arteria de más longitud de la ciudad, se denomina en esa época de Espartero, en honor al famoso general."' El parque no existe. Al final de la Puerta de Alarcos comienza la carretera de Puertollano, que durante largos años es utilizada en las soleadas tardes de otoño en agradable paseo por los ciudarrealeños. A principios de siglo aún estos lugares servían de pasto para los ganados y para efectuar en ellos las tareas agrícolas, consiguiendo de la compañía de los ferrocarriles M.Z.A., que era la propietaria, la venta de estos terrenos al precio de una peseta el metro cuadrado, que unido a otros 5.000 de don R. Martín Herrera configurarán el futuro Parque Gasset. Al final del mismo se levanta el "rollo" de piedra o picota jurisdicional llamada "Cruz de los Casados".
PARQUE GASSET
Don José Cruz Prado -Pepe Cruz le llamaba todo el mundo- fue alcalde en dos ocasiones, en 1916 y 1919. Él dio gran impulso al Parque Gasset. Durante su primer mandato, trasladó la feria que se venía celebrando en la Plaza Mayor y en el Pilar, al Parque, y en su segundo mandato se llevó allí los desfiles del Carnaval, que también tenían su marco en la plaza y en la calle de Morería.
La gran reforma del parque no llegaría hasta 1924, siendo alcalde don Bernardo Peñuela, labor que luego continuaron otros alcaldes, culminándola el decidido impulso del que fue delegado de parques y jardines don Juan Medrano. Aquel año de 1924, se reconstruyó la "Cruz de los Casados", y donde había un simple, pero auténtico rollo de piedra, se colocó una especie de pirámide coronada con una cruz de hierro. Cerca de este rollo se instaló una fuente, resto de la primitiva, dedicada a Hernán Pérez del Pulgar. En el año 1927 fue edificado un templete para la música de proporciones grandiosas (hoy desaparecido). Esta magnífica zona verde vio crecer su ornamentación y mobiliario. Primero fue un precioso palomar, después el monumento a Gasset en 1932; el también monumento a don José María de la Fuente "el cura de los bichos" en 1934; la Fuente Talaverana, la escultura de la Primavera, etcétera. En un principio estos lugares eran conocidos por "Paseos de Alarcos". Luego, se le dio el nombre del repre sentante provincial en el Congreso de los Diputados, don Rafael Gasset y Chinchilla, un hombre que luchó por el bien de Ciudad Real con verdadero entusiasmo.
La Fuente Talaverana, años 30 86
Vista del antiguo Parque Casset
EL PASEO DEL PRADO
Finalizando el siglo XVIII, y aún en los comienzos del XIX, el lugar conocido por "el Prado" era ya una hermosa alameda con jardines, para cuyo riego se utilizaba un pozo próximo, propio de unas memorias de la Virgen del Prado, o sea, el llamado "Pozo de la Virgen", el cual se hallaba detrás de las tapias de la casilla del guarda (sitio actual de la Casa de Cultura). El Prado, muchos años antes, era un lugar verdaderamente inmundo, a pesar de que un vecino de Ciudad Real, llamado Isidoro Madrid, venía encargándose por voluntad propia de la limpieza y desmonte del mismo, hasta que el Concejo reconoce su labor y le asigna 200 ducados para que prosiga.
Ya en los comienzos del s. XIX, el pozo en cuestión dio origen a un curioso equívoco de las gentes sencillas del pueblo, al producirse un alumbramiento de aguas en el centro del paseo. Una antigua conducción que partía del pozo hizo creer a la población que se había producido un milagro, con el consiguiente alboroto y petición al vicario para que la imagen de la Virgen del Prado fuera sacada del templo en procesión, como así se hizo. En 1822, el Concejo adquirió las llamadas casas de Cózar, destinadas para casa del campanero de Santa María, sitas frente a la puerta del templo. Con el derribo de estas casas el Prado adquirió la forma regular que hoy presenta, donando el arzobispo de Toledo la piedra para continuar el graderío, quedando as¡ unos jardines y paseos de más de 7.000 metros cuadrados.
Finalizando el siglo XIX fue levantado un tablado de madera frente a la puerta del templo, donde los días festivos y los jueves celebraban sus conciertos la banda municipal de música. Luego, a principios del XX, fue levantado un templete metálico en el centro del paseo para dicho fin. Por aquella época el Prado se regaba a brazo y con cubos desde el pozo del que hablábamos antes. "Desde allí hasta el centro del paseo existía una tubería por donde se conducía el agua hasta una especie de repartidor del cual partían cuatro regueras, una para cada esquina del paseo"." En 1887, el Casino (hoy Conservatorio de Música), llamado popularmente "de los señores", se levanta sobre el solar de la casa de don José Forcallo, frente al Paseo del Prado.
Debemos señalar que, mucho antes de que el siglo XIX acabe, un Instituto de segunda enseñanza ocupa el viejo edificio del convento mercedario, gracias al interés del entonces Regente del reino, general Espartero. El centro cuenta con un observatorio meteorológico, un gabinete de historia natural y una biblioteca con cinco mil volúmenes.
Ciudad Real tiene por los años de 1869 una red de comunicaciones por "ferrocarril", como se dice entonces, verdaderamente excepcional, que une la ciudad con Madrid, Toledo, Córdoba, Albacete y Badajoz. La estación se encuentra extramuros, es decir, fuera de sus murallas y ocupando un lugar cerca de la Puerta de Ciruela. Cuenta también con un hospital, un asilo para ancianos y pobres, un hospicio, tres conventos, un matadero de reses; la población goza de una central de correos y telégrafos y sólo tiene un banco, el de España. Existe un recién creado cuerpo de Voluntarios de la Libertad, que es una especie de fuerza ciudadana defensora de la democracia compuesta por tres compañías; el cuartel se encuentra en la Plaza del Pilar; hay diez serenos y un cabo, también una Sociedad Filarmónica, catorce herreros, doce comercios de tejidos, dos confiterías, quince abogados, dos sangradores, once sastres, siete médicos, veinticuatro zapateros. Aún no tenemos obispo ni Catedral. En ese sentido dependemos del arzobispado de Toledo. Pero sí tenemos un cuartel de Caballería que puede albergar cinco mil hombres (cantidad que nos parece exagerada) y mil caballos, y otro cuartel de Infantería, donde se alojan dos compañías. Al frente de esta tropa está un brigadier gobernador: don José María Vidal.
CUARTEL DE LA MISERICORDIA
Estos cuarteles se alzan junto a la calle de Toledo -la de más longitud de la población-, siendo esta vía parte natural del antiguo camino real de Andalucía, el cual penetraba en la villa a través de la gran mole de la Puerta de Toledo, procedente de la Imperial Ciudad, que se construye y termina durante el reinado de Alfonso XI.` Enormes campos de cereales y huertas forman los contornos de esta puerta de acceso de la primitiva muralla medieval. Cerca de la misma es levantado el edificio del hospicio o Casa de Misericordia, cuyo coste es sufragado por el cardenal-arzobispo de Toledo Lorenzana, en 1784, alcanzando la suma de cuatro millones de reales. El benéfico establecimiento subsistió como tal hasta la entrada de las tropas francesas en Ciudad Real, el lunes santo de 1809, al mando de Sebastiani. A partir de entonces fue alojamiento de muy diversas unidades militares. En la misma plazuela del Hospicio, como era denominada desde el siglo pasado, había otro edificio, llamado de "Las Tahonas", porque en él era elaborado el pan para el hospicio. Antes de finalizar ese siglo, la calle pasó a denominarse de Espartero, en honor del citado capitán general del Ejército, duque de la Victoria, conde de Luchana, duque de Morella, caballero del Toisón de Oro, etcétera.`
Durante la guerra de la Independencia, un destacamento galo se hizo fuerte en el Cuartel de la Misericordia, el 27 de marzo de 1809, construyendo torreones, fosos, rastrillos, estacadas, troneras y antepechos. Como el entorno del cuartel estaba compuesto por huertas y campos de labor, aquellas fueron demolidas para mayor ensanche. Pero ocurrió que, el 20 de mayo, apareció en Ciudad Real la patrulla del guerrillero Ventura Giménez, compuesta por 300 hombres a caballo, que acamparon en la era del Cerrillo o del Cristo. Al día siguiente, instó al comandante francés a la rendición. Este ni siquiera contestó al guerrillero. Entonces Ventura mandó construir un parapeto de madera con ruedas para acercarse a derribar los parapetos y defensas del Cuartel de la Misericordia, instalándolo en la plaza de Muñoz; pero un disparo de un centinela francés mató al constructor del artilugio situado en la calle de Delgado (Rosa), esquina a Toledo. Enterado del hecho Ventura Giménez, decidió asaltar la fortaleza y degollar a la guarnición; pero la llegada de un contingente militar desde Almagro le hizo desistir de ello. Este fue el único hecho de cierta importancia que se produjo durante toda la guerra contra los franceses en Ciudad Real, independientemente del desastre de la Atalaya, de El Emperador y de Puente Nolaya, donde fue sacrificada inútilmente la Infantería española. Así, las avanzadillas galas entraban en la ciudad el mismo día 27 por diversas calles, disparando sus carabinas, produciéndose las primeras víctimas: dos hermanos panaderos son asesinados junto a la iglesia de Santiago; caen igualmente acribillados el sastre Montero y el sargento de milicias retirado Manzanares, un tal Domingo Velázquez y un anciano, cerca del mismo hospicio.
El Cuartel de la Misericordia fue testigo de un sonado caso de sublevación a cargo del Primero Ligero de Artillería, de guarnición en Ciudad Real. El Ejército no aceptó de buen grado el pronunciamiento del general Primo de Rivera. En efecto, varios jefes de distintas armas comenzaron a organizar fuerzas para oponerse al dictador. Entre los militares, que figuraban en un comité, se encontraban el coronel Segundo García, el capitán general del Ejército, Valeriano Weyler y el teniente general ciudarrealeño Francisco Aguilera, que consideraba mancillado el honor militar por el establecimiento de una dictadura. Estos protagonizaron un intento de levantamiento, conocido como "sanjuanada", previsto para el 26 de junio de 1926, que fracasó antes de comenzar por la detención de los promotores.
A toda esta situación habría que añadir el conflicto artillero, que estalló al aprobar el Consejo de Ministros, el 9 de junio de 1926, un Real Decreto, por el que se prohibía permutar los ascensos por recompensas, que cayó como "un obús de baterías enemigas en el cuerpo de Arullería". Un nuevo levantamiento militar se gestó: se llevaría a cabo el 29 de enero de 1929. De la cantidad de Regimientos de todas las Armas, que se decían hallarse comprometidos, el único en levantarse fue el Primer Regimiento de Artillería Ligera de guarnición en Ciudad Real. En la madrugada invernal del día 29, a las seis y media de la mañana, las fuerzas del Regimiento, con sus jefes y oficiales a la cabeza, tomaron la ciudad y sus contornos. Se adueñaron los sublevados de la capital sin derramamiento de sangre, pero diversos incidentes demostraron después que los soldados estaban dispuestos a todo, como se hizo patente en la toma del cuartel de la Guardia Civil. Hubo también algún violento roce entre el teniente Warteta y los guadias civiles que custodiaban el Banco de España, al negarse los de la Benemérita a entregar sus armas. Un alto mando de la Guardia Civil, de nombre Ochotorena, fue arrestado en las dependencias del Regimineto artillero por negarse a entregar el cuartel. Fueron tomadas las estaciones ferroviarias de Miguelturra y Fernancaballero. Por cierto que, al intentar tomar la casa-cuartel de la Guardia Civil de la primera de estas poblaciones, los números allí destacados, al frente de su sargento, se negaron rotundamente a entregar el cuartel y sus armas. Este asunto fue luego muy sonado, siendo difundido por todo el país, y los guardias condecorados. Los artilleros se dieron cuenta del fracaso del movimiento sobre las cinco de la tarde, cuando unos aeroplanos militares volaron sobre la ciudad, dejando caer unas proclamas incitándoles a la rendición. Las tropas, a la vista de los acontecimientos y las noticias llegadas del resto de España, se replegaron a su cuartel a la espera de las fuerzas procedentes de Madrid, cuyo objetivo era "liberar Ciudad Real". El movimiento militar tuvo una enorme repercusión nacional, y Ciudad Real estuvo presente en toda la prensa durante cierto tiempo. Sabemos que la ciudad se limitó, con curiosidad, a ver qué pasaba, pues todo el mundo se echó a la calle a ver las idas y venidas de los artilleros. El I.Ligero de Artillería fue disuelto, dejando a la ciudad sin guarnición. Hubo cuatro condenas a pena capital por sedición militar y otras fuertes condenas de reclusión; pero no se cumplieron, ya que al tomar posesión, justo un año después, el Gobierno presidido por el general Dámaso Berenguer, comenzó el periodo conocido como "dictablandá". La capital tendría más tarde una nueva guarnición: el Batallón de Cazadores de Barbastro n.° 4.
LA VICARÍA
En el año 1879 es inaugurado en esta misma calle un teatro, esquina a la plazuela de "don Luis" o "del Teatro" al que antes hacíamos referencia. Frente a esta sala se levanta la vicaría, un enorme caserón, que incorporaba la "Cárcel de la Corona", siendo detenidos en ella los eclesiásticos. "De cárcel no tiene más que el nombre, no es sino una casa que forma parte de la vicaría donde tiene su habitación el alcalde o fiscal de vara"." Sobre este mismo solar se edificó en 1893 el actual Palacio de la Diputación, solar adquirido por la citada corporación al obispado de Ciudad Real por 40.000 pesetas, siendo comprado también el granero o pósito instalado entre la vicaría y el templo de la Merced, propiedad de doña Catalina Jaraba, viuda de don Luis Muñoz.
La Diputación Provincial, levantada en 1893, sobre el solar de la Vicaría
EL PALACIO DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL
El soberbio edificio de la Diputación lo proyectó y dirigió el arquitecto don Sebastián Rebollar, colocando la primera piedra el 6 de agosto de 1889. Frente a este palacio no pocos forasteros solían detenerse ante una vieja portada con volado balcón de hierro, debajo del cual y en medio del dintel lucía un soberbio escudo nobiliario, teniendo por armas un busto de hombre, tocada su cabeza al estilo moruno y los brazos de otro hombre, con sus manos; la izquierda cogiéndole la barba ; la derecha amenazándole con el puño. Se aseguraba que el escudo correspondía a los condes de Puñoenrostro, no faltando quien asegurara ser las armas de la antigua familia de los Porras.
CALLE Y PUERTA DE TOLEDO
Lo más característico de esta dilatada calle es la Puerta de Toledo, un precioso resto de la arquitectura militar del siglo XIV, mandada construir por Alfonso XI en 1328, según reza en una inscripción que se encuentra sobre el arco por la parte interior de la ciudad, a la que ya aludimos anteriormente, traducida en 1891 por el entonces obispo Casimiro Piñera. Esta puerta, junto al resto arquitectónico llamado "El Torreón", aparecen como los de más antigüedad de la población.
La Puerta de Toledo en los inicios del S. XX
Carente de toda atención, la Puerta de Toledo permanecía al inicio del siglo XX en un acusado estado de ruina." En esta calle poseía su casa el laureado militar ciudarrealeño general Aguilera. Y en una vieja casa de la plazuela de la Merced tuvo su estudio el famoso pintor Carlos Vázquez.
Puerta de Toledo (a comienzos del s. XIX)
El cruce de las calles de Toledo-María Cristina Calatrava-Feria -lugar muy angosto-, llamado "las Cuatro Esquinas", era el "mentidero" de la capital. La "Guía de Ciudad Real", que publicó la imprenta Rubisco en 1869, decía: "Tiene lugar la feria en los ocho días que median del 15 de agosto al 22 del mismo mes. Durante ellos la plaza de la Constitución y las calles de la Feria y Mercado Nuevo son los puntos de más reunión, y especialmente el día 15 por tener lugar la procesión de la Virgen del Prado, y el 16 y 17 en los cuales suele haber corridas de toros".
ALCAICERÍA O ALCANÁ
Hacia la mitad de la calle de la Feria se hallaba el acceso o salida de la Alcaná o Alcaicería, donde los judíos de Villa Real tuvieron establecidas sus ricas tiendas de paños, brocados, platerías, drogas, y otras mercancías de Oriente. En los primeros tiempos de Ciudad Real, a las tres razas habitantes de la villa, judíos, moros y cristianos, les estaba permitido circular por dicho mercado. Aquí tuvo el famoso lance el fornido Céspedes. "Parece que la Orden de Calatrava había creado una encomienda integrada por varias heredades, entre ellas, un terreno donde estaba " la alcaicería' de la villa”. Hasta hace pocos años, este trozo de alcaná, convertido en patio, conservaba todo el sabor antiguo, incluso con sus balcones interiores, y en la casa núm. 9 -que era uno de los accesos- una imagen de su patrono san Antonio de Padua presidía el estrechísimo portal. En los últimos tiempos se la conocía por "alcaná de san Antonio".
CALLE DE CABALLEROS
Frente a la alcaná nace la calle llamada de Caballeros, o de "los Caballeros", porque en tiempos pasados en ella moraban gran número de familias nobles. Al inicio de la misma se levantaba la Academia General de Enseñanza, fundada por don Miguel Pérez Molina en 1895, lugar que hoy ocupa el Museo de Ciudad Real.
PALACIO EPISCOPAL
En el número 5 se alza el Palacio Episcopal; pero, hasta que fue construido, el primer obispo de la diócesis hubo de alojarse en el viejo edificio de la vicaría de la calle de Toledo, luego se habilitó la casa núm. 13 de la calle de la Azucena y otra en la misma de Caballeros, ubicada donde estuvo muchos años la imprenta de Enrique Pérez, aunque el Gobierno había cedido ya el edificio conocido por "las oficinas", el cual alojó varias dependencias del Estado. En efecto, el Palacio Episcopal fue terminado en el año 1887, construido de nueva planta sobre el local de esas oficinas, procedente de una memoria pía del camarín de la Virgen, incluida en los bienes desamortizados, y abandonada por ruinosa. El edificio fue levantado según planos del arquitecto diocesano Hernández Zanón. Debido a estas antiguas dependencias, la calle de Caballeros era conocida popularmente por " la calle de las oficinas". Una vez instaurada la monarquía, se le llamó de Diego Medrano. Desde 1887 se había establecido en ella el casino de Ciudad Real, auspiciado por la misma sociedad que en otro edificio se llamó "casino de la Amistad", siendo su arquitecto don Sebastián Rebollar. Fue edificado sobre los solares de unas casas del Sr. Díez, corregidor, propietario de dos solares lindantes con aquel, adquiridos por el mismo para hacer de ellos un jardín. Estas propiedades fueron morada de la familia de los Forcallo. Cercano a la sede episcopal se habían establecido -según apuntamos en un apartado anterior- los frailes mercedarios a finales del s. XIV Su fundación, al parecer, fue debida a la reina doña Leonor de Portugal, que sería enterrada en la primitiva iglesia del convento, como luego veremos.
INSTITUTO DE SEGUNDA ENSEÑANZA
A consecuencia de las desamortizaciones, y una vez desaparecidos los frailes del convento, fue inaugurado el primero de noviembre de 1843 el Instituto Provincial de Segunda enseñanza. La actual plazuela era la antigua huerta del convento, que cerraba unas verjas en la parte del callejón y calle de Caballeros, contando su interior con pozo y alberca, para deleite de los alumnos.