Puerta de Toledo de Ciudad Real

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Puerta de Toledo de Ciudad Real

Declarada en 1915, monumento nacional es de los pocos restos que se conservan de la antigua muralla que rodeaba la ciudad. Siglos XIII-XV. construida en 1.328 en espléndido gótico-mudéjar con arcos ojivales y túmidos en el reinado de Alfonso XI, representa el símbolo de la ciudad, su mascota. Resto de aquellas connivencias -y felices convivencias- entre musulmanes, judíos y cristianos. Una reliquia, una superviviente bien tratada, que aparece impertérrita en el inicio de la vía toledana, por la que en su momento debieron llegar a la ciudad las mayores glorias, sin que fuera capaz de sustraerse a alguna de sus derrotas.

Para dar cuenta cumplida de este precioso resto de la arquitectura militar del siglo XIV, creemos lo más conducente trascribir íntegro el INFORME que obra en esta Comisión de Monumentos, presentado por el Sr. D. Casimiro Piñera y Naredo, hoy Prelado ilustre de esta diócesis, en 27 de Enero de 1891, el que escribió en virtud de encargo de dicha Comisión.

Hallase emplazada esta puerta al fin de la espaciosa y larga calle de Toledo y principio del antiguo camino que conduce á la ciudad del mismo nombre. Compónenla seis arcos de esbelta y variada forma, flanqueados por dos fuertes torreones de planta rectangular y de doce metros de altura por cuatro de frente. Su fábrica es de mampostería gruesa en los lienzos y de siIlares en los angulos, esquinas y arcos y la piedra caliza, de esta localidad. Indudablemente estuvo antes coronada de almenas con sus correspondientes parapetos, mas hoy se encuentra despojada de estas defensas y adornos.

De uno á otro torreón avanzan sus seis arcos, de los cuales, los tres que caen hacia el campo, si bien diferentes entre si, corresponden y son exacta y respectivamente iguales á los otros tres, que caen hacia la ciudad, formando graciosa combinación, variada en los detalles y perfectamente eurítmica y armónica en el conjunto.

El primero, tanto de la parte de la ciudad como del campo, es de estilo ojival, del segundo período en sus comienzos y figura apoyarse sobre columnas de alto relieve adosadas á los muros laterales, de los que arrancan á unos cuatro metros del suelo, con fustes cilíndricos y capiteles cónicos, exornados de hojas de vid, con solo un espesor de cuarenta centímetros y ostentando su clave á la altura de nueve metros del suelo, aparece este arco ligero y atrevido, gallardo y gentil.

El siguiente (también á una y otra parte, en dirección del centro del paso), de menores dimensiones, descansando sobre pilastras empotradas en los muros y coronadas de impostas, es de los llamados de herradura del primer período de la arquitectura árabe. Hállase completamente separado del primero, en todo su ancho, por una abertura de unos sesenta centímetros de espesor, que bajo el punto de vista estratégico, podía sustituir con ventaja á las buhardas o matacanes.

Estos dos arcos, gótico el uno, árabe el otro, separados entre sí por su parte superior, cobijado éste por aquél y formando ambos armónico y bellísimo conjunto, parecen simbolizar la doble raza de cristianos y mudejares que constituían entonces el núcleo de esta población, amparándose los segundos bajo la noble y franca protección de los primeros, y viviendo, á pesar de sus distintas creencias religiosas, en la mejor paz y harmonía, y hasta mutuamente contentos y satisfechos.

De igual vano, pero no árabe ó mudejar, sino gótico, es el tercero y más céntrico. Entre él y el anterior media un espacio ó recinto de planta casi cuadrada, circunscrito á derecha é izquierda por el muro intenso de los torreones y, por delante y atrás por el frontón de, los referidos arcos Ciñelos, á la altura de ocho metros del suelo, un triple bocel que, bífurcandose en los ángulos y trepando por la parte superior de los muros, los corona de arcos ojivales, cruzando en sentido diagonal, da origen á los nervios de las bóvedas, cerradas por claves en forma de disco.

En uno de estos espacios (el de la parte de la ciudad algo más reducirlo que su correspondiente que dá hacia el campo), existe a la derecha según se sale, un postigo, también apuntado, abierto en el muro de uno de los torreones, que comunicando con una escalera interior, dá acceso al adarve.

Entre los dos arcos góticos de reducido espesor y exactamente iguales que se hallan en el centro del paso, hay una especie de ranura, extendida de uno á otro torreón y abierta por arriba, donde encajaba el rastrillo, que ya no existe, como tampoco el portón, que cerraba por dentro el arco exterior de herradura; pero de su uso quedan en los muros profundas huellas.

Sobre la clave de este arco árabe ó mudejar, vése esculpido en piedras un escudo con castillos y leones, y en el correspondiente del lado de la ciudad, á la misma altura, una lápida de piedra, de poco más de un metro de alto por unos sesenta y cinco centímetros de ancho, incluso el marco ó moldura que la ciñe alrededor, de unos quince centímetros de ancho, y en ella, grabada en grandes caracteres góticos bastante borrosos algunos y otros completamente destruidos, la siguiente inscripción:

VISITA QS DNE HITATI

ONE ISTA ET OMS INSIDI

AS INIMICI AB EA LONE

REPELE ANGELI TUI SH HA

BITNTES IN EA NOS IN PACE CUS

TODIANT ET BEDICTIO TUA

SIT SUPER NOS SEP. SAL

VA NOS OSPOTES DS ET LU

CE TUA NOVIS CONCEDE PER

PETUA DNM NRM JHUM

CHRM F. T. FACTUM EST II

OC E MCCCLXVI RE

GNANTE DOMINO ALFON

SO ILLUSTRISIO REGE.

"Visita, oh Señor, te lo rogamos, esta morada, y aparta de ella todas las ansechanzas del enemigo; tus Santos Angeles nos guarden en paz a los que habitamos en ella; y tu bendición sea siempre sobre nosotros. Sálvanos oh Dios Omnipotente, y concédenos tu eterna luz, Nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, Fué hecho esto en la Era de mil trescientos sesenta y seis, reinando el señor don Alfonso, Rey Ilustrísimo".

Según la precedente inscripción, la puerta que nos ocupa fué construida ó por lo menos terminada en el año 1366 de la Era española, que corresponde al 1328 de la vulgar; y por lo tanto el muy esclarecido Rey D. Alfonso, que dice reinaba a la sazón, es el undécimo de este nombre, que tres altos antes habia sido declarado mayor de edad por las Cortes de Valladolid, y que despues de la célebre; victoria del Salado y de la toma de Algeciras falleció victima de una terrible epidemia en el cerco de Gibraltar. Llevaba ya entónces nuestra Villarreal 63 años de existencia desde su fundación por Alfonso el Sabio, y en este, tiempo había levantado en la parte más elevada de la población su Alcázar ó fortaleza y construido sus murallas de tapieria, pero de gran resistencia, como se puede apreciar por los trozos que aún subsiten, entre ellos los inmediatos a la misma puerta de Toledo, de los cuales se demolió el haz exterior para la construcción de los dos paredones que, coetaneos á ella, se extienden á derecha é izquierda; conservándose adosada a los mismos y con un espesor de cerca de tres metros, parte de la primitiva muralla.

Que al erigir esta puerta con tan excelentes condiciones de defensa, se haya propuesto el Concejo de Villarreal fortificarse contra sus enemigos, no hay necesidad de consignarlo, por ser á todas luces evidente, pero que á la vez quisiese con esto rendir un tributo de homenage y gratitud al joven y bizarro monarca por la decidida protección que tanto él, como sus antecesores, le había dispensarlo, concediéndole sus fueros y privilegios y sosteniéndola en la desigual lucha con la poderosa Orden de Calatrava, su temible y poco afecta vecina, no pasa de ser una simple conjetura; conjetura sin embargo á la cual parece dar cierto viso de probabilidad el haber colocado el escudo Real en una de las portadas, y el haber inscrito en la otra, después de la invocación de la Divinidad y del nombre de nuestro Divino Salvador, el del muy esclarecido Rey D. Alfonso, Domino Alonso illustrissimo rege.

Lo que no cabe dudar es que esta Puerta guarda perfecta analogía con la célebre Puerta del Sol de Toledo. Median, es verdad, entre una y otra notables diferencias: pertenece la de la imperial ciudad al estilo árabe sevillano y la nuestra al ojival de transición del primero al segundo período, ostentan los lijeros y variados torreones de aquella barbacana exornada de arcos y almenas y atavían su bellísima portarla, inscrita en su correspondiente marco ó arrabaa; con dos órdenes de graciosas y entrelazadas arquerías sobrepuestas, mientras que carecen de todo ornato los uniformes y pesados de esta; y su doble portada si bien esbelta, graciosa y elegante, es muy sobria de adornos. Pero obsérvase en ambas el mismo número de arcos, si se cuentan como uno solo, como así parece debe hacerse, los dos ligerísimos del centro, separados únicamente por el pequeño espacio que ocupaba el rastrillo. En ambas es apuntado dentro de su respectivo estilo, el primer arco mayor que los restantes y estriba sobre columnas. Reviste el segundo en una y otra, la forma de herradura, descansa sobre pilastras destacadas de los muros y ostenta sobre su clave el respectivo escudo.

Sin pretender, pues, equiparar el mérito artístico de la Puerta de Toledo de la humilde y naciente Villa con el que todos reconocen y admiran en la del Sol de la antigua y monumental ciudad, sin tratar en manera alguna una de confundir épocas distintas, ni amalgamar estilos diferentes, nos limitamos á llamar la atención sobre el número, orden y distribución de sus principales elementos constitutivos, y aun sobre ciertos pormenores que parecen indicar que, si por las razones expuestas, no entró en los planes del Arquitecto de la de Villarreal copiar la de Toledo, la tuvo sin embargo muy presente y hasta trató de imitarla y de reproducir los principales rasgos de su fisonomía en otro orden arquitectónico y en la medida de sus escasos recursos.

Pero sea de esto lo que quiera siempre resultará que la nuestra, por su respetable antigüedad de cerca de seiscientos años, por los recuerdos históricos que evoca, por la esbeltez y gallardía de sus portadas y de todos sus arcos, por la pureza de sus líneas y perfiles, por la feliz combinación de los estilos tan bellos como el ojival y el árabe, por la variedad de sus detalle; y harmonía del conjunto, por la suntuosidad de su fábrica en medio de su sencillez y hasta por su buen estado de conservación, merece figurar entre los primeros y más preciados monumentos de esta ciudad y su provincia, siendo por consiguiente altamente razonable y justa la instancia que el Excelentísimo Ayuntamiento eleva á la superioridad pidiendo sea declarada monumento nacional, con cargo, en cuanto á su reparación y conservación, al presupuesto municipal: único modo de evitar que en plazo, acaso muy próximo, venga al suelo, víctima de ruín codicia ó de supina ignorancia.

Inocente Hervás y Buendía

La restauración

Obras de rehabilitación y restauración de la Puerta de Toledo de Ciudad Real

En octubre del 2012 comenzaron las obras de rehabilitación y restauración del monumento capitalino, la Puerta de Toledo

La restauración integral de este monumento y su entorno conlleva dos bloques de actuaciones. Por un lado, la recuperación de la propia Puerta de Toledo que, como monumento civil más emblemático de Ciudad Real, está necesitado de una obra urgente de restauración. Los problemas de humedades y degradación de la piedra, así como los efectos nocivos del tráfico rodado que la circunda motivan la necesidad de acometer una restauración integral de la misma. Por otro, la recuperación del entorno de la puerta, reordenando la circulación rodada hacia una nueva rotonda e incorporando el monumento a la ciudad mediante una gran área peatonal que conecte dicho espacio con la zona de la Plaza de España.

El ámbito total de la actuación abarca una superficie de aproximadamente 23.600 m2 que se extiende desde la Puerta de Toledo hasta la propia Plaza de España.

El coste total de la intervención asciende a la cantidad de 2.187.902 euros, de los cuales la Fundación Montemadrid aportará la suma de 719.018, coste estimado de la restauración de la puerta. La cantidad restante, 1.468.884 euros, necesaria para la reordenación del tráfico y la adecuación de entorno del monumento, será aportada por el Ayuntamiento de Ciudad Real.

De modo análogo a como está distribuida la financiación de toda la intervención, la gestión del proyecto de restauración monumental será llevado a cabo directamente por la Fundación Montemadrid, correspondiendo la gestión directa del proyecto de reordenación del tráfico y adecuación del entorno del monumento a la Concejalía de Arquitectura, Obras y Mantenimiento del Ayuntamiento de Ciudad Real.

El Plan de comunicación y difusión diseñado por la Fundación Montemadrid como parte del proyecto contempla una exposición in situ al aire libre que informe a la ciudadanía sobre el contenido del proyecto, la habitual difusión de los valores del monumento y del proceso de la restauración a través de la página web de la Fundación Montemadrid, y la instalación en la puerta o su entorno, una vez restaurada y logrado el acceso peatonal hacia la misma, de un espacio expositivo que permita al público su mejor conocimiento y disfrute.

Descarga el Proyecto de restauración

Fundación MonteMadrid