Calle Paloma

COMERCIOS Y TIENDAS DE CIUDAD REAL EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

CALLE PALOMA

La céntrica calle de la Paloma, gran arteria de comunicación por unir dos zonas muy importantes de la ciudad, como son los barrios de San Pedro y Santiago, no fue excesivamente comercial en la primera mitad del siglo, sobre todo en su segundo tramo, pero tampoco faltaron establecimientos que muchos de los lectores de este libro recordarán aún.

Así en el número 2, donde en la actualidad existe un concurrido bar, el Alcudia, sucesor del "Cafetín de San Pedro", hubo casi a principios de siglo, una zapatería y almacén de curtidos de Pedro Portero, a la que sucedió la zapatería de don Demetrio Alonso, familia muy conocida por entonces en la capital, y posteriormente, por los años 30, la representación de los automóviles "Citroen", regentada por el médico cirujano don Luis Cilleruelo, muerto trágicamente el año 36. Ya a mediados de siglo se instaló en este local un salón dedicado a futbolines y juegos análogos que contó con gran concurrencia.

Portal por medio estuvo muchos años la hojalatería y fontanería del maestro Miguel Yébenes Pedrero, industria que cedió a su oficial Domingo Martinez Asensio, al que sucedió su viuda Herminia Diaz García y posteriormente a su hijo Domingo, con la razón comercial de "Montadores-Fontaneros".

En la misma casa estuvo establecido mucho tiempo el valenciano Mas, al que sucedió su hijo Manolo, con artículos de calidad en el ramo de alpargatería, esterería y cordelería en general, así como persianas clásicas. Llamaba la atención la "muestra" del negocio, una gran alpargata de lona blanca. En la actualidad ocupa el local la carnicería-salchichería de Pepe Turrillo Luna, que anteriormente fue de su padre, del mismo nombre.

En el número 4 estaba la carpintería de Marcelo Ballesteros y el piso segundo de la finca, el domicilio y estudio de don Jerónimo Luna Abad, gran amigo de todos y mejor artista, especializado en la colección de pergaminos, que fuera muchos años conservador del tesoro artístico de la Diputación y profesor de la Escuela de Artes y Oficios, como se titulaba por entonces este centro docente. Hoy ocupa el amplio local de la planta baja el popular cate-bar Felipe, propiedad de Benjamín Gómez, que sucedió a su padre, y cuenta con grandes aficionados al fútbol y al dominó. Este local siempre ha estado dedicado al ramo de bares, tabernas y bodegas, entre las que recordamos el bar Asensio y la bodega de Pepe Turrillo, que fuera anteriormente de su padre y en el primer cuarto de siglo la bodega de los Rozas, popularmente conocida por "Bodega del Obispo", que antes había sido de la familia Hernández.

En los bajos de la casa número 6 se estableció por primera vez en Ciudad Real, en el ramo de tejidos, don Valeriano Sobrino, que se estableció posteriormente en la calle de General Aguilera, con la razón social "El Aguila". Al comercio de Sobrino le sucedió la Delegación de la Casa Cross, de la que fue muchos años director don Elias Gómez, y ya después, al trasladarse esta conocida firma de abonos, de gran clientela entre los agricultores de la provincia, a la calle de Juan II, le sucedió la Compañía de Seguros "Aurora", que después se trasladaría a la calle de General Aguilera. También estuvieron aquí instalados algunos servicios de la Compañía Telefónica, hasta que fueron cambiados a la calle de Alarcos.

La casa número 8, dedicada de siempre a vivienda, fue ocupada muchos años por don Rafael Cárdenas del Pozo, secretario que fue de la Diputación Provincial y senador del Reino. Durante algún tiempo hubo un almacén de la firma comercial "Elba".

En los números 10 y 12, o sea, hasta llegar a la esquina con la calle de la Libertad, que posteriormente se llamó Mocedad y luego Comandante López Guerrero, para en principio de esta década recuperar el nombre primitivo, estuvo muchos años, casi con el, uno de los tres hoteles que por aquel entonces tenía Ciudad Real, el "Miracielos", propiedad del señor Casado. Paraban en él muchos viajantes, ya que sus tarifas de alojamiento eran las más económicas, y en días de corrida los toreros modestos, que no percibían los por entonces elevados honorarios de cinco o seis mil pesetas por tarde, que eran lo que cobraban las figuras, y desde luego todas las cuadrillas, todavía se recuerda haber visto en el patio del hotel a picadores y banderilleros, ya vestidos de luces, esperando la hora de la corrida para trasladarse a la plaza, los primeros a lomos de caballo con el que iban a picar, portando a la grupa al monosabio que había llevado el jamelgo, y los segundos en las típicas jardineras tiradas por tracción animal. Hay muchas anécdotas referidas a la estancia de toreros en dicho hotel: Un diestro de los modestos, que no había estado por cierto muy afortunado, esperaba impaciente, una vez terminada la corrida, que le pagasen su exiguos honorarios, para satisfacer la cuenta del hotel y los ínfimos sueldos del peonaje, pero como el empresario se tardase en hacerlo, envió un recadero a la taquilla, donde estaban ajustando cuentas de lo vendido, que tampoco había sido mucho. Y el empresario, con gesto de pocos amigos, le entregó los honorarios al que había llevado el recado, en un papelón diciendo: "Toma y dile que bastaste lleva para lo que ha hecho". En el papelón iban los dineros convenidos, que no pasaban de unos miles de reales, pero todo en calderilla.

En los citados locales del "Miracielos" estuvo después la representación de los automóviles "Chevrolet", regentada por don José Gómez Manjón, y más tarde unas peluquerías de señoras, una de ellas a cargo del señor Pujol.

Pasada la esquina de la calle de la Libertad estaba la bodega de Solana, que hoy es una dependencia de la Salchichería Mazo. En el número 14 se instaló la peluquería de señoras Maxi, esposa del propietario de la perfumería Juanito, de la calle Maria Cristina, a la que sucedió la peluquería de Felisa Turrillo, así como la bodega de don Francisco Martínez, después despacho de vinos de Bodegas Villalobos, de Villarrubia de los Ojos.

Y llegamos al número 16, casa que ocupaba intégramele un hotel con mucha solera y fama, "El Pizarroso", que ante el gran número de clientes tuvo que ampliar habitaciones en la casa de enfrente. El propietario del hotel, para mayor comodidad de los viajeros, pavimentó con una ancha franja de adoquín el ancho de la calle, que todavía estaba empedrada. Clientes habituales del "Pizarroso" eran muchas e ilustres personalidades, entre ellas los grandes actores Fernando Díaz de Mendoza y su esposa Maria Guerrero, en las actuaciones que ofrecía en Ciudad Real. También fue cliente fijo, durante muchos años, un catedrático de nuestro Instituto, que se distinguió por su puntualidad, pues todos los días, a la primera campanada del Coro de la catedral, a las ocho y media de la mañana, cruzaba la verja del citado centro docente por el lado del antiguo callejón. Como dato curioso consignamos que por los años a que nos estamos refiriendo -década de los diez-, la pensión completa en el hotel para los estables era de nueve reales y once para los eventuales.

Después de dejar el negocio el señor Pizarroso, el hotel pasó a ser propiedad del señor Barrera y muy posteriormente se hizo cargo de él Ramón Monroy, sucediéndole, sólo en la planta baja, ya como restaurante "Mi Retiro" propiedad de don Aurelio Rolando. En las restantes plantas y una vez finalizada la guerra, estuvo algunos años la Delegación Provincial de Sindicatos y en otras dependencias el Instituto Geográfico y Catastral, así como el despacho del corredor de Comercio y ex-alcalde don Alfredo Ballester López, la Compañía de seguros "La Mundial"„el despacho y gestoría del abogado don Pedro Alpera y alguna oficina más. En la época de guerra, años 37-38, estuvo en el piso principal la Comandancia de Carabineros, cuyo cuartel había estado antes en la calle de Lentejuela.

En el número 20, destinado a viviendas, tuvo por los años veinte una academia particular don Telesforo Torija, catedrático de Caligrafía del Instituto. Después se construyó un moderno edificio, allá por los años sesenta, ocupando los bajos un despacho de aceites del señor Calle, la Gestaría Plaza, y más tarde una oficina de seguros y un establecimiento de calzados. Hoy los ocupa una bien surtida sucursal de Discofer, cuya central está en la esquina de Cruz y Paloma.

Sigue luego un modernisimo edificio levantado sobre el solar de la que fue casa de las señoritas de Castillejo, que tenia mucha fachada. En ella pasaba algunas temporadas su hermano, don José Castillejos Duarte, catedrático en las décadas de los años veinte y treinta de la Universidad Central (hoy Complutense), en la calle de San Bernardo, de la disciplina de Derecho Romano, del que fuimos alumnos muchos abogados de Ciudad Real. Hoy ocupan los bajos modernos establecimientos.

La calle de la Paloma era estrecha al principio, hasta que llegó un oportuno ensanche, construyéndose un moderno edificio, con vuelta a la calle de Carlos Vázquez o Cuchillería, en el solar resultante de la demolición de las viejas casas que tenían el número 1 y 3. En los bajos del nuevo inmueble se estableció la casa de "Radioga", en el chaflán, la cafetería Miami, que pronto se hizo punto de reunión de la gente joven, gracias a la atención del dueño, Pepe Macias, y la bien surtida barra; seguía el establecimiento de S. Simancas, con la firma comercial Trumpi y Sirvent, dedicado a lanas en su más amplia gama y confección de prendas a máquina; y después la agencia comercial y representaciones en general de don José Vicente López Sempere.

El número 5 fue la casa-palacio del conde de la Cañada, uno de los títulos nobiliarios con raigambre en nuestra capital. Muerto trágicamente el año 36 don Rafael Acedo-Rico, durante el tiempo de la guerra civil se instalaron en el inmueble dependencias militares y a su término, la casa fue alquilada por la Comandancia de la Guardia Civil, hasta su traslado al actual edificio de la calle Pedrera Baja. Y desde entonces fue ocupada por el Hostal Villareal y en la planta baja tuvo una oficina de Seguros don Julio Pizarro. Hace muchos años hubo en esta finca un poco de bodega.

En el número 5 duplicado estuvo la casa dedicada a Banca y Correduría de Comercio de don Fructuoso Sánchez Izquierdo, al que sucedieron sus hijos don Saturnino, corredor de Comercio, y don Ramiro, banquero, que también fue presidente de la Diputación, domiciliados respectivamente en las calles del Camarín y Toledo. Al finalizar la guerra se instaló en dicho inmueble la Delegación Provincial de Auxilio Social, a cuyo frente se hallaba en los primeros años don José Canales Alcocer, ya fallecido. Adquirido por Sección Femenina del Movimiento y tras una demora en la ejecución de las obras fue ocupado al fin por dicho Servicio falangista y en la actualidad se halla en él la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Pasada la esquina, en la antigua casa de propiedad divida por cierto, hubo dos modestas zapaterías y la sastrería de Gago, especializado en militar y paisano. Aquí tuvo su zapatería bastantes años el célebre y popular zapatero Martin Diaz Lorente, que a su simpatía unía el trabajar con unas manos difíciles de igualar en su profesión. Demolidas dos casas, una en la calle de la Paloma y otra en la de la Cruz, ha surgido un moderno edificio, cuya planta baja ocupa la central de Discofer, tienda de categoría con una amplia gama de artículos, desde los musicales hasta los electrodomésticos, de la que es propietario Vicente Fernández. En la casa siguiente, la número 11 estuvo mucho tiempo el Colegio femenino de la famosa maestra doña Justa Franco, una venerable anciana, que después se trasladó a la calle de la Libertad, frente al edificio del diario "Lanza". Este colegio de doña Justa, como cariñosamente la llamaban sus alumnas, fue para las muchachas algo así como para los chicos la escuela de don Angel Rojas, en la calle del General Rey ya próxima a Mata.

El número 13 estuvo ocupado por una armería, en uno de los bajos, lamentando no recordar el nombre del dueño, pero si era muy perito en su labor. Más tarde se instaló en este inmueble la carpintería de Juan de Dios medio. Hoy es un edificio moderno en el que hay varios establecimientos. La casa número 15 fue una ampliación del Hotel Pizarroso, siendo adquirida posteriormente y notablemente reformada por don Cirilo del Río Rodríguez, abogado y ministro de la República, personalidad muy estimada en la provincia, que la ocupó hasta su marcha a Madrid, siendo posteriormente vivienda de don Félix García Santiago e Ibarrola y hasta los años sesenta vivienda y consulta del médico don Valerio Pérez de Madrid y también de su hijo, don Juan Pérez de Madrid y Pala. En el año 1970 fue demolida y se construyó un moderno edificio.

En el piso principal de la casa número 17, que se comunicaba con el número 10 de la calle de Calatrava, estuvo hasta el año 1936 la Redacción del periódico "El Pueblo Manchego", del que fue director hasta agosto de 1932 el sacerdote don Miguel Ruiz Pérez, que era conocido como el cura del Pueblo Manchego. Hombre de gran personalidad.

Luego, en los años 40, se estableció en esas mismas dependencias la Delegación del periódico madrileño "El Alcázar", que todavía dedicaba unas páginas a Ciudad Real y provincia, hasta que al salir "Lanza" a la calle, el 20 de mayo de 1943, cesó en esta especial dedicación a los pocos meses. En la década de los sesenta ocupó estos locales la Asamblea Provincial de la Cruz Roja. A continuación, en los bajos, estuvo bastantes años la administración de las líneas de viajeros de don Juan Antonio Solís, con parada de los autobuses, hasta que dado el incremento de líneas con la provincia y alguna fuera de ella, obligó al traslado a su actual emplazamiento en la calle de Terreros, hoy de la Inmaculada Concepción, ya con estación de autobuses de la Empresa AISA.

Con el número 19 finalizada la calle de la Paloma. Construyó el edificio la Cámara Oficial de la Cámara Urbana, con fachada a dos calles, desapareciendo la entrada de la Calatrava. Fue su principal promotor don Fausto Fuertes, muchos años presidente de la citada entidad corporativa. Además de las oficinas de la Cámara, estuvieron también las de la Delegación Provincial de Trabajo, en el segundo piso, y el Servicio Provincial de Estadística y la Magistratura de Trabajo en la planta baja. En el viejo inmueble, con entrada por Calatrava, estuvieron instaladas mucho tiempo las oficinas del Catastro de Rústica y con anterioridad fue domicilio y bufete bien acreditado del ilustre abogado don José Cendrero. La casa, durante la guerra del 36, fue pasto de las llamas en un incendio casual y así, medio en ruinas, permaneció hasta que la Cámara Urbana adquirió el solar, alineando ambas calles.